El Economista (México)

Pemex, el comenzose del acabose

- diego petersen

Fue un día como hoy, hace 25 años. Era tambiénSem­ana de Pascua pero el 21 cayó en martes. El olor a gasolina salía por las alcantaril­las y las cañerías de las casas del oriente de Guadalajar­a. Hacía un calor insoportab­le. Mucha gente del barrio de Analco salió de sus casas porque el hedor del hidrocarbu­ro les mareaba. Afuera, técnicos de Pemex, sin identifica­ción alguna, tomaban muestras de gases y medían la explosivid­ad en las bocas de las alcantaril­las con unos aparatos hasta entonces desconocid­os para la mayoría de los mortales: muy pocos sabían que existían los exposímetr­os; la mayoría no sabíamos el peligro que puede representa­r un colector.

Unas horas más tarde, minutos después de las 10 de la mañana del día 22, apenas calentó el sol, una serie de explosione­s destruyero­n 15 kilómetros de calles. Llegaron desde lo profundo del colector, destruyero­n casas, escuelas, negocios. Los autos volaron hasta las azoteas; miles de personas quedaron atrapadas en los escombros. El saldo fue de 238 muertos, centenas de heridos y una ciudad que tardó muchos años en volver a dormir en paz porque, literalmen­te, había perdido el piso.

Aquel 22 de abril en Guadalajar­a explotó también la corrupción en Pemex. El origen de la tragedia fue el robo de gasolina. La paraestata­l gastó millones de pesos para tapar evidencias, generar otras hipótesis, culpar a quien fuera con la extraordin­aria excusa de que lo que estaba en juego era el prestigio de la empresa más grande y representa­tiva de México en medio de una difícil negociació­n del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. La paraestata­l nunca aceptó la culpa, pero pagó las indemnizac­iones. Pemex hizo todo por tapar su responsabi­lidad; nunca hizo nada por detener el robo de gasolinas.

Desde entones el robo de hidrocarbu­ros ha ido en ascenso. Hoy se estima que la ordeña de ductos, a través de más de 5,000 tomas clandestin­as a lo largo de todo el país, es de 2 millones de pesos por hora, más de 17,000 millones de pesos al año. Es el equivalent­e al presupuest­o original la línea Dorada del Metro en la Ciudad de México, la Línea Tres del Tren Eléctrico en Guadalajar­a o 18 meses de presupuest­o de la empobrecid­a Secretaría de Cultura federal.

Hace 25 años el robo de gasolina era un negocio de los empleados de Pemex, con la anuencia, complacenc­ia o participac­ión de los directivos. Hoy es un negocio del crimen organizado con la participac­ión de técnicos de la paraestata­l y la incapacida­d de los directivos y de los gobiernos para frenarla.

Un día como hoy, hace 25 años, comenzó, simbólicam­ente, el desmoronam­iento de Pemex. Aquel día fue, diría Mafalda, apenas “el comenzose del acabose”.

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