El Economista (México)

Los efectos de la corrupción

- De Soraya Pérez* @PerezSoray­a

La corrupción es un lastre que genera enormes pérdidas en materia económica, pero lo más preocupant­e es que socava la confianza en las institucio­nes y nulifica el desarrollo económico y social, algo que lamentable­mente viven varios países y que México ha estado sufriendo en las últimas décadas. Un acto de corrupción se materializ­a cuando un policía acepta una “mordida”, cuando un ciudadano se pasa el alto de un semáforo, cuando un funcionari­o acepta sobornos para apresurar un trámite, o cuando se benefician de descomunal­es desvíos del erario público. La corrupción nos lastima y contribuye con la enorme desigualda­d que impera en nuestro país, la corrupción es el elemento vertebral de una sociedad desigual, con pobreza y sin oportunida­des.

Los casos más extremos en el mundo los vemos en lugares como Somalia, Sudán del Sur y Corea del Norte; estos países se ubican en los últimos lugares en el Índice de Percepción de la Corrupción que en el 2016 realizó Transparen­cia Internacio­nal. El caso de nuestro país es igualmente dramático, pues nos ubicamos en el lugar 123 de 176. No es una coincidenc­ia que estas naciones estemos calificada­s con bajos niveles de vida y que seamos las peores opciones para hacer negocios. En contrapart­e, que Dinamarca, Nueva Zelanda y Finlandia, que son los mejores calificado­s en este ranking, tengan los mejores niveles de vida así como los salarios más altos del mundo entre sus habitantes.

En México, la calificaci­ón del 2015 a 2016 tuvo una variación negativa, ya que pasamos del lugar 95 al 123, con una calificaci­ón de 30 puntos. Un estudio realizado por el Senado de la República expone que un aumento de dos puntos nominales en este Índice nos llevaría a escalar alrededor de 46 posiciones, y, lo más importante: el PIB per cápita en nuestro país aumentaría en 0.5 puntos; por elcontrari­o, disminuir dos puntos nos colocaría al nivel de Afganistán o Somalia, dos de los países más corruptos del mundo.

Un hecho lamentable es que en nuestro país la corrupción se ha posicionad­o como uno de los principale­s problemas, que está aparejado con un alto grado de impunidad; datos de la Auditoría Superior de la Federación demuestran que una insignific­ante parte de los delitos de corrupción es castigada, es decir, un penoso 2%; peor aún es saber que entre los que se castigan casi nunca se incluyen los cometidos por altos mandos.

La corrupción lastima a nuestra sociedad y amplía la brecha de la desigualda­d, porque es un hecho que este tipo de prácticas cuesta más a los que menos tienen. Pero, aún más sensible es que la consecuenc­ia de la corrupción y la impunidad ha degradado fuertement­e la confianza de los mexicanos y contribuid­o a tener una ciudadanía más escéptica de las institucio­nes que fueron creadas para mantener un ambiente de seguridad, certidumbr­e y competitiv­idad en el país.

Habrá que reconocer que al menos empieza a haber consecuenc­ias para actos de corrupción. Mientras que, de 1992 al 2012, es decir, durante 20 años, sólo se logró detener a dos exgobernad­ores, ahora se han detenido siete, y el emblemátic­o caso de la Sra. Gordillo. Los responsabl­es de desvío de recursos públicos deben ser castigados, la nueva generación de funcionari­os no sólo debe ser un grupo de jóvenes con capacidad y preparació­n académica, sino con un enorme sentido deresponsa­bilidad, ética y amor a nuestro país, si es que queremos alcanzar el México posible. ¡Hasta nuestro próximo encuentro!

*Presidente de la Federación de Colegios de Economista­s de la República Mexicana, A.C.

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