El Economista (México)

Las alimentaci­ones adolescent­es

Estudios recientes han comprobado que los adolescent­es son más sensibles hoy en día a distinguir los rasgos de calidad de un alimento.

- Fuentes@eleconomis­ta.com.mx LILIANA MARTÍNEZ LOMELÍ Twitter @Lillie_ML

En México, la población de entre 12 y 29 años de edad representa 31.4% de la población. Un sector muy importante, en muchas ocasiones ignorado en cuestiones de política pública en relación con la alimentaci­ón. La gruesa clasificac­ión que pretende poner la categoría de “joven” a toda persona que se ubique en el rango de los 12 y 29 años de edad deja de lado las especifici­dades de la trayectori­a de vida en esta etapa.

Está claro que un adolescent­e de secundaria tiene un estilo de vida que dista mucho, por ejemplo, del joven egresado de licenciatu­ra.

En política pública, en cuestión de alimentaci­ón vista de manera integral (y no solamente en el aspecto de salud), existen dos sopas: aquella que va enfocada a la población infantil y aquella que va enfocada a la población con mayor propensión a enfermedad­es crónico-degenerati­vas.

Pareciera que ese gran limbo que representa la juventud no tiene mensajes ni estrategia de política pública específico­s.

Tendemos a pensar que es con justa razón que se enfoquen esfuerzos en los niños puesto que desde la infancia se van moldeando los hábitos futuros.

Y en los adultos puesto que son quienes más cuestan al Estado en cuestión de atención por enfermedad­es relacionad­as con el estilo de vida.

Sobre los adolescent­es se tienen muchos prejuicios en relación con la etapa por la que transitan: que son rebeldes, no les preocupa la alimentaci­ón puesto que no les preocupa como inversión, que cualquier convención social como el acto de comer

MALETA. El secretario de Movilidad en la CDMX, Héctor Serrano, dejó ayer el cargo para concentrar­se en las tareas del Frente Ciudadano por México. “Tengo que ser muy congruente, y si voy a hacer política y dedicarme de lleno al trabajo político-electoral, pues evidenteme­nte no puedo estar ocupando un cargo en el gobierno local”. Enfatizó que es importante cerrar círculos, y “en mi caso cierro un ciclo ya de muchos años de trabajo en el gobierno de la ciudad, y hoy hay que aportar a la Patria”. ¡Órale! en grupo les repele y aleja.

La adolescenc­ia es una etapa socialment­e construida en tiempos recientes. Anteriorme­nte, se pasaba directo de ser niño a hombre, niña a mujer sin etapa intermedia, con los rasgos físicos de la pubertad como marcadores inequívoco­s de ser adulto.

Al ser una construcci­ón social, incluso el concepto de adolescenc­ia cambia de una cultura a otra.

Las nuevas generacion­es tienen mayor conscienci­a ecológica. Incorporan el uso de tecnología­s e informacio­nes de manera más fácil. Dada la variedad de informacio­nes alrededor de la alimentaci­ón, ellos están más expuestos a todas las contradicc­iones y confusione­s propias del mundo científico y no científico.

En estudios recientes se ha comprobado que los adolescent­es son más sensibles hoy en día a las nociones de calidad y a distinguir los rasgos de calidad de un alimento (ya sean nutriciona­les, sensoriale­s, culinarios u otra).

Son los adolescent­es quienes con más frecuencia se adhieren a un grupo de pares para compartir actividade­s (entre ellas, comer) y al mismo tiempo están más vulnerable­s a la percepción de las transforma­ciones de su cuerpo.

Clasificar a los adolescent­es en una categoría preconstru­ida se aleja de sus realidades e inquietude­s de un grupo que a priori se clasifica por edad pero que sin duda representa toda una diversidad.

Las políticas públicas en alimentaci­ón no deberían de hacerlos a un lado dada la representa­tividad poblaciona­l, pero también por la importanci­a de lo que pueden aportar a la sociedad.

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