“¡SILENCIO!”, Y LOS BRAZOS VAN ARRIBA
“¡ Silencio!”, y los brazos van arriba, cientos de brazos de personas que poco a poco fueron llegando a la esquina de Torreón y Viaducto, donde un edificio de oficinas y con una estética en la planta baja se cayó completamente tras el sismo.
A las 2:12 de la tarde ya estaban los primeros rescatistas con perros de búsqueda, policías, bomberos y oficiales de tránsito. La zona estaba despejada y podría observarse con claridad un taxi debajo de los escombros, un espectacular amenazando caer y los primeros voluntarios.
Sin más los civiles se organizaron. Cadena humana y de mano en mano pedazos de concreto, utensilios de oficina, tanques de gas fueron sacados del edificio colapsado y depositados primeramente sobre viaducto.
Los primeros voluntarios se van cubriendo con tapabocas, pañuelos, improvisan protección con sus playeras. Se acercan vecinos y señalan las áreas del edificio donde regularmente hay personas.
Lo primero que apareció fue el agua. Garrafones, botellas, cubetas. La intensidad del sol deshidrata con rapidez a rescatistas y voluntarios.
Una grúa de la Secretaría de Seguridad Pública se utilizó para intentar remover las losas derrumbadas. El polvo que removió la faena volvía a momentos brumoso el ambiente aún con el sol a plomo.
Poco a poco a las personas se les van pintando de gris sus rostros, cabellos, ropas.
Cerca de las 5 de la tarde arriban los primeros dos contingentes del Ejército. Jóvenes en su mayoría, sin herramientas de remoción, piden palas y picos y se ponen a trabajar.
Poco después la organización ciudadana fue diluida por las autoridades que a regañadientes tomaron el control.
A las 6:51 de la tarde el edificio de la esquina Tanana y Viaducto crujió. Los voluntarios se replegaron veloces. Del edificio fueron evacuados sus habitantes, mientras que las autoridades tomaron completamente el control de la zona.