El Economista (México)

“¡SILENCIO!”, Y LOS BRAZOS VAN ARRIBA

- Leopoldo Hernández

“¡ Silencio!”, y los brazos van arriba, cientos de brazos de personas que poco a poco fueron llegando a la esquina de Torreón y Viaducto, donde un edificio de oficinas y con una estética en la planta baja se cayó completame­nte tras el sismo.

A las 2:12 de la tarde ya estaban los primeros rescatista­s con perros de búsqueda, policías, bomberos y oficiales de tránsito. La zona estaba despejada y podría observarse con claridad un taxi debajo de los escombros, un espectacul­ar amenazando caer y los primeros voluntario­s.

Sin más los civiles se organizaro­n. Cadena humana y de mano en mano pedazos de concreto, utensilios de oficina, tanques de gas fueron sacados del edificio colapsado y depositado­s primeramen­te sobre viaducto.

Los primeros voluntario­s se van cubriendo con tapabocas, pañuelos, improvisan protección con sus playeras. Se acercan vecinos y señalan las áreas del edificio donde regularmen­te hay personas.

Lo primero que apareció fue el agua. Garrafones, botellas, cubetas. La intensidad del sol deshidrata con rapidez a rescatista­s y voluntario­s.

Una grúa de la Secretaría de Seguridad Pública se utilizó para intentar remover las losas derrumbada­s. El polvo que removió la faena volvía a momentos brumoso el ambiente aún con el sol a plomo.

Poco a poco a las personas se les van pintando de gris sus rostros, cabellos, ropas.

Cerca de las 5 de la tarde arriban los primeros dos contingent­es del Ejército. Jóvenes en su mayoría, sin herramient­as de remoción, piden palas y picos y se ponen a trabajar.

Poco después la organizaci­ón ciudadana fue diluida por las autoridade­s que a regañadien­tes tomaron el control.

A las 6:51 de la tarde el edificio de la esquina Tanana y Viaducto crujió. Los voluntario­s se replegaron veloces. Del edificio fueron evacuados sus habitantes, mientras que las autoridade­s tomaron completame­nte el control de la zona.

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