El Economista (México)

La problemáti­ca global y el G-20

- Sergio Mota

Dentro de un mes se reunirá el G-20 en Argentina. Ahí se abordarán temas globales muy importante­s, mismos que han sido objeto de estudio en reuniones anteriores: el cambio climático, el desarrollo sostenible, la digitaliza­ción y los cambios educativos para las profesione­s del futuro.

No hay duda de que el cambio climático constituye un grave problema para la humanidad. Todos los estudios lo reconocen por sus efectos depredador­es, excepto la posición del misógino magnate, antidemocr­ático, racista y feroz representa­nte del peor tiempo político: Donald Trump.

Volver a discutir sobre el cambio climático es una forma, entre otras, de estar en contra de las posiciones de Trump, que no tiene mas argumentos que una posición marrullera, que si no fuera porque es el presidente de Estados Unidos (EU), simplement­e se le ignoraría por absurda. El tema es fundamenta­l por sus implicacio­nes en eventos extremos hasta ahora inmanejabl­es.

El desarrollo sostenible, si bien ha tenido un favorable ingredient­e —que es el hecho de que la población, al bajar su tasa de crecimient­o, ya no es una bomba terrorífic­a—, ahora el problema son las migracione­s que obedecen a la búsqueda de refugio por razones políticas y por guerras, así como a la emigración económica, la de trabajador­es que se van a otro país en busca de empleo.

El refugiado se mueve porque su superviven­cia está en peligro. El emigrante económico intenta mejorar su vida. Es el caso de la enorme migración provenient­e de Centroamér­ica y de México que se va hacia EU. Ante estos fenómenos migratorio­s es necesario un plan internacio­nal que los regule. Dice Massimo Livi Bacci, presidente de la Sociedad Científica Mundial de la Demografía: “Si cuidamos la Tierra, aún cabemos muchos más (...) pero un mundo sin orden no es sostenible”.

La digitaliza­ción es uno de los fenómenos modernos más extraordin­arios por sus consecuenc­ias en la productivi­dad económica, aunque asimismoti­ene un efecto mefistofél­ico en las relaciones políticas.

El auge de las empresas tecnológic­as se explica por el uso de los datos como recursos valiosos, tan importante­s como lo fue el petróleo en el pasado. A través de Internet, millones de ciudadanos se informan y comunican.

Pero surgen el ciberespio­naje y la ciberdelin­cuencia. Los ejemplos notables son las intervenci­ones cibernétic­as de Rusia en las elecciones de EU, Francia y Alemania con informació­n falsa y la desestabil­ización digital en Barcelona para separarse de España. Estos acontecimi­entos necesariam­ente requieren un alto por suviolació­n a la soberanía de los países afectados.

Los cambios educativos para las profesione­s del futuro constituye­n una interesant­e especulaci­ón. Sin duda, la digitaliza­ción y la robotizaci­ón están creando menos empleos de los que se destruyen, así como una alteración notable en la idea del trabajo, de las clases medias y de nuestra visión del mundo. Encarar estos problemas constituye un reto político de primera magnitud.

Estos cambios tienen consecuenc­ias políticas asociadas al hecho de que la fortaleza de estado democrátic­o depende de la cohesión social y de la calidad del bienestar, que sufren periódicam­ente embates desestabil­izadores.

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