La migración de los miserables
En México, además de la migración hacia Estados Unidos de mexicanos, centroamericanos y del Caribe, está el problema de los deportados que regresan hacia su lugar de origen, cargados de frustraciones, enfermedades y tristeza
En una entrevista con el politólogo Luis Enrique Pérez, conocedor de los asuntos migratorios del país, le pregunté ¿cuál es esencialmente el problema de un migrante? Su respuesta fue contundente: “Es de desayuno, comida y cena. Todo lo demás es literatura”.
Añadió: “El migrante arrastra un pasado de desgracias, un presente de inquietud y un futuro de incertidumbre”. Con estas breves palabras queda resumida esta tragedia de la condición humana.
En México, además de la migración hacia Estados Unidos de mexicanos, centroamericanos y del Caribe, está el problema de los deportados que regresan hacia su lugar de origen, cargando frustración, enfermedades y una profunda tristeza.
Las imágenes que ofrecen los migrantes y refugiados son desolado- ras: una niña de cuatro años, sola; una persona a la que le robaron los coyotes migratorios en la frontera; una que perdió a su hijo en la larga travesía; otra que la violaron; muchas familias rotas por el programa tolerancia cero de Donald Trump.
En Los miserables, obra de Victor Hugo, el policía Javert persigue a Valjean, que es un sobreviviente de las injusticias, robó un pedazo de pan para comer y por eso estuvo en la cárcel 19 años, de la que se fugó. Huye y es un migrante que busca legitimidad social.
Irónicamente, Valjean salva a Javert de ser asesinado por los revolucionarios que toman las calles. Javert se suicida ante la imposibilidad moral de detener a un expresidiario que fue su salvador. Contradicciones sociales, contrapuntos morales, indefensión. Javert es el Estado que persigue, culpa, agrede, estorba. Valjean es la sociedad marginada.
La respuesta de Estado es hacer políticas favorables para la liberación de colectivos marginados, que ofrezcan oportunidades, reduzcan la migración y que los deportados encuentren trabajo y apoyo social.
Cuando no suceden los cambios en los espacios de la representación política, las instituciones se petrifican y favorecen el aislamiento. En este contexto, los funcionarios acuden a lugares comunes. No existe la chispa ante nuevos proyectos y retos.
Decía Edmund Burke en el siglo XVIII: “Un Estado sin medios para impulsar cambios es un Estado sin medios para su conservación”. A los pueblos hay que plantearles epopeyas y lo que es más difícil: realizarlas.
La apuesta económica es por un mayor crecimiento económico, para que todos nos beneficiemos. Pero, fundamentalmente, para crear empleos. Su base es la inversión creciente. Pero hay aún más que los efectos favorables del crecimiento económico. Está la distribución como política pública, que es donde se dan los problemas reales del poder.
La inversión en capital humano es uno de los instrumentos de la política redistributiva. Estamos hablando de una mejor educación, servicios de salud de mayor cobertura y calidad, de una amplia y mejor seguridad social, de viviendas para la cohesión familiar.
Políticamente, cuidado con el populismo autoritario que emerge en espacios importantes del mundo. Para vencerlo es necesario fortalecer las instituciones democráticas, realizar un gradualismo reformador y permeable, abonar por una sociedad abierta.