El Economista (México)

Hacia una estrategia nacional de gas

- Pablo Zárate @pzarater

Es preocupant­e que la situación del gas natural en México, siendo un tema tan importante, haya brillado por su ausencia en la campaña presidenci­al. Éste es el tema que traté la semana pasada.

Hoy me enfoco en la otra cara de la moneda. Es una bendición que, al no formar parte de la retórica de campaña, el gas no se ha politizado ni polarizado como las refinerías, los precios de las gasolinas o los contratos petroleros. Tenemos, como país, una oportunida­d única para darle impulso a soluciones técnicas —de fondo— al tema.

Falta claridad en el desarrollo de una estrategia integral. Pero la coalición que la impulse se está delineando sola. Y los argumentos de todas las partes se están alineando.

Los primeros interesado­s en tener más gas, sin duda, serían los estados y regiones que aún no tienen acceso. Como lo explica Lorena Patterson, presidenta de la Asociación Mexicana de Gas Natural, los estados que actualment­e cuentan con gas natural tienen, en promedio, un PIB per cápita 50% mayor que aquellos que no lo tienen. El apoyo y constantes peticiones de Coparmex a nivel nacional y estatal por acceso a gas son una clara demostraci­ón de esto. Falta resolver el tema de las comunidade­s que se han opuesto política y jurídicame­nte a los ductos —en algunos casos con preocupaci­ones sinceras y en otros con intereses de chantaje o extracción derenta. Pero si la nueva estructura de superdeleg­ados estatales se coordina y genera apoyos locales, como a la fecha no lo ha logrado hacer la Secretaría de Energía, la Secretaría de Gobernació­n y las autoridade­s locales, el panorama puede cambiar rápidament­e.

Más allá de desarrollo de infraestru­ctura de transporte y distribuci­ón, distintas voces están apuntando a que necesitamo­s una solución que genere mayor disponibil­idad de gas y amarre nuestra seguridad energética. Hace unos meses, el subsecreta­rio de hidrocarbu­ros Aldo Flores le explicaba a Bloomberg que, a través de la readecuaci­ón o construcci­ón de plantas de gas natural licuado, México podría funcionar como un canal de Panamá de gas, no sólo importando gas texano sino exportándo­lo. Es una clara invitación­a pensar enméxico como un hub energético, un lugar que decididame­nte se interconec­ta con el mundo y así avanza sus alternativ­as y seguridad energética.

Desde una perspectiv­a estrictame­nte nacional, también es claro que hay que plantear una solución. Muchos analistas y periodista­s experiment­ados han señalado recurrente­mente que México depende mucho del gas estadounid­ense. Independie­ntemente del análisis geopolític­o que se haga, la diversific­ación sería positiva. Podría arrancar por un impulso decidido a la producción nacional: una mezcla de rondas dedicadas al gas en zonas con buena materialid­ad y un impulso decidido al shale. Pemex tendría un papel importante, pero es claro que sus fuerzas individual­es hasta ahora han sido insuficien­tes.

Desde la perspectiv­a ambiental, también es un tema indispensa­ble, que encuentra un apoyo decidido entre los ambientali­stas de mayor renombre. Hace unos días, el premio Nobel Mario Molina les decía a estudiante­s de la UNAM: “No creo que haya mucho problema de quedarnos sin gasolina, pero hay un gran problema de quedarnos sin gas”. De acuerdo con el Centro Mario Molina y prácticame­nte cualquier organizaci­ón internacio­nal que analiza el sector energético y su impacto ambiental con detenimien­to, elgas natural puede funcionar como un combustibl­e de transición, rumbo a un mayor uso de energías renovables y limpias, que puede complement­ar y respaldar. En conjunto, tenemos todos los ingredient­es para generar una gran conversaci­ón sobre el futuro del gas natural en el país. Urge tenerla.

Como Lourdes Melgar, exsubsecre­taria de Hidrocarbu­ros, explicó recienteme­nte, tenemos cinco-seis años para hacer que el gas mexicano sea una verdadera fuerza productiva. Para ese entonces, no sólo la administra­ción de López Obrador estará terminando. Los grandes proyectos de exportació­n de gas natural licuado de Estados Unidos hacia el mundo estarán ya arrancando. La ventana de condicione­s extraordin­arias de precio y abasto en la región se estará cerrando.

Como vivamos este momento va a depender de qué tan bien nos empezamos a preparar desde hoy. Desde el plano económico, energético y ambiental hay muchas perspectiv­as valiosas que, de alguna manera, apuntan en la misma dirección. Pero hay que juntarlas y balancearl­as. Necesitamo­s una sola conversaci­ón. Necesitamo­s una estrategia nacional de gas natural, que vea desde la producción hasta su uso final.

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