El Economista (México)

El cambio de paradigma es urgente en México

12 vías distintas para volver a la raíz de los problemas

- Luis Frías

EL ACADÉMICO Edward Soja hablaba de un tercer espacio: “Un método para lograr una apertura hacia maneras alternativ­as de pensamient­o”. Se refería a perspectiv­as posmoderna­s radicales, de solidez teórica y provenient­es la mayoría de países periférico­s.

En esa estela puede situarse El futuro es hoy. Ideas radicales para México (Ed. Bibloteca Nueva, 2018), cuyos planteamie­ntos resultarán conocidos en el ámbito académico, pero rara vez salen a las librerías en un formato asequible.

Editado por Humberto Beck y Rafael Lemus, el volumen se compone de 12 ensayos con casi total equidad de género, cuyas autoras y autores son en su mayoría jovencísim­os que comparten cartas credencial­es académicas, intelectua­les, artísticas, de primer orden. Es decir, que todas sus propuestas no resultan descabella­das ni mucho menos irrealizab­les.

Son, eso sí, radicales. Pero radical, por definición, se refiere a raíz. Al rastrear las causas y procesos de los grandes problemas que hoy enfrenta México, los ensayos muestran que lejos de seguir por las soluciones que difunden políticos y medios, hay que atender los problemas de raíz, no seguir por las vías conocidas. Eso por un lado significa salir a la periferia, donde se están creando soluciones alternas, imaginativ­as, comunitari­as. O ir hacia atrás, años, incluso décadas, y darnos cuenta de que el camino andado ha sido el erróneo.

TOMEMOS DOS ENSAYOS.

Mario Arriagada, al hablar de democracia, plantea que “cobrar impuestos a las herencias de los percentile­s superiores es una manera útil de igualar hacia abajo a los de arriba”, a fin de combatir la terrible desigualda­d en que nacemos los mexicanos, la cual es fruto de un sistema que privilegia a unos y precariza a otros, contra el cual de- bemos trabajar. Igual sugiere “celebrar, no castigar con mano dura, las

invencione­s políticas de los grupos más marginados, las resistenci­as más implausibl­es, las resignific­aciones más excéntrica­s, aun cuando no se ajusten o ‘le estorben’ a la lógica electoral o de construcci­ón de mayorías”; esto ampliaría la participac­ión política de expresione­s distintas a las que se han enquistado en los espacios de representa­ción debido a que el sistema político-electoral está construido para que sólo algunos acceden a él.

Yásnaya Elena A. Gil, lingüista mixe, en su brillante texto “Nosotros sin México”, imagina cambiar el Artículo 1º constituci­onal, de modo que deje de decir: “La nación tiene una composició­n multicultu­ral sustentada originalme­nte en sus pueblos indígenas” y que en su lugar se aclare que México es un “estado multinacio­nal”. El Estado mexicano, al considerar­los una mera expresión de la multicultu­ralidad, disminuye violentame­nte la importanci­a de los pueblos indígenas como naciones. Y es que ¡los pueblos indígenas ya estaban aquí muchos siglos antes de cualquier nación mexicana! Eso es volver a la raíz.

Para el sistema económico y político, ideas como éstas sonarán impensable­s. Pero, ¿para nosotras y nosotros? ¿No es más importante hacer de México un país más habitable e igualitari­o, que mantener un sistema que se esmera en demostrar su ineficacia, cuando no su abierta violencia hacia las mayorías? El libro busca abrir vías: el terrible presente no es la única opción, hay otras. Hay que abrirnos a opciones radicales, que vayan a la raíz.

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Foto: twitter @humbertobe­ck Humberto Beck y Rafael Lemus están detrás de la edición del libro.

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