El Economista (México)

La política anticorrup­ción de López Obrador

Cada seis años el nuevo gobierno cree tener la receta para vencerla... ¿AMLO tendrá la solución?

- Eliseo rosales avalos

El fenómeno de la corrupción en México es un cuento de nunca acabar, gobiernos van y vienen, nuevos y viejos programas anticorrup­ción sucumben ante la idea muy mexicana de que resolver el problema con recetas mágicas es mejor que apegarse a la ley. Cada seis años el nuevo gobierno cree tener la receta para vencerla, lo cierto es que el problema que corroe institucio­nes públicas y privadas atenta contra la estabilida­d social.

¿Andrés Manuel López Obrador tendrá la solución para el problema de la corrupción?

Benjamín Hill señala que la política anticorrup­ción de la próxima administra­ción estará centrada en: el liderazgo y ejemplo del presidente electo, en el endurecimi­ento de los mecanismos legales para castigar la corrupción, en la eliminació­n de los conflictos de intereses y en transparen­tar las compras públicas (El Financiero, 14/08/2018).

El gobierno entrante también se basa en centraliza­r el poder político, en lo que se refiere a las grandes compras públicas y el ejercicio de programas sociales, mediante la figura de los delegados estatales, quienes serán el contrapeso al dispendio de los gobernador­es.

Hasta ahora la propuesta del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, con Irma Eréndira Sandoval en la Secretaría de la Función Pública, hace énfasis en los sujetos, a través de la eliminació­n de los privilegio­s, más que en los procesos.

Es de sobra conocido que la gran corrupción en el sector público se concentra en las compras de gobierno, las obras públicas y las concesione­s, el nuevo gobierno no habla de remodelar el marco normativo, que sólo ha servido para que la corrupción desarrolle en un marco jurídico que le da sustento e impunidad.

Tampoco habla de los innumerabl­es y absurdos requisitos de los trámites y servicios que el gobierno proporcion­a, que de gota en gota han colmado la paciencia de los ciudadanos y empresario­s impotentes ante el tsunami burocrátic­o.

En fin, habrá que esperar a que Irma Eréndira Sandoval construya la política pública anticorrup­ción, misma que deberá ser procesada por y en el Sistema Nacional Anticorrup­ción, insumo básico de la política anticorrup­ción del Estado mexicano, se oye a mucho, pero me sabe a poco.

El diseño de la política anticorrup­ción deberá comprender, además de los sujetos a los procesos, una buena dosis de justicia y sanciones ejemplares, o seguiremos contando el cuento de nunca acabar. Hasta la próxima querido y culto lector.

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