El Economista (México) - Uniones
El gran interés financiero
SI PREGUNTÁRAMOS A LOS PECES cómo están las cosas debajo del mar, seguramente lo último que esperamos que señalen es que las cosas están mojadas. Algunas características como estas resultan tan obvias que las tratamos como datos generales y dejamos de considerar variables que pueden cambiar por factores que son sumamente estables pero no imposibles. Así que “ahorrarnos” el tema del aumento de las tasas de interés en la unión nos resulta una omisión que nos abona a la pérdida de precisión de nuestro instrumento de análisis.
La clave del éxito de una unión radica en la colocación de créditos y arrendamientos exclusivamente entre los mismos socios que demuestran fehacientemente su solvencia económica, fuentes de repago sostenidas con garantías reales líquidas o hipotecarias pero, lo más importante — y obvio—, una confiabilidad y reputación excelentes. La agilidad y conveniencia de una unión de crédito como receptora de inversión depende de la atención y creación de soluciones diseñadas a medida de los intereses que las tasas nos señalan y el de los propios socios, por supuesto.
Estamos frente a la tasa de referencia más alta desde el 2009 cuando el escenario mundial y local eran muy distintos al presente, aun así obviar similitudes y variables que puedan jugar a nuestro favor o en contra resultaría irresponsable.
En Unión de Crédito Mexicano tenemos radares encendidos que nos obligan a considerar lo que suena poco pero que en el radar aparece como un evidente monolito contra el que nos encontramos, e igualmente con- tra aquello que suena mucho pero sólo por su inmediatez y no tanto por su tamaño. Así estamos evaluando el escenario actual de nuestro país en el que temas políticos convergen con temas de innovación social con agendas y ritmos propios que, más disimiles, imposible.
Mientras la revisión al TLCAN, el tipo de cambio y un año electoral por delante ensordecen con sus reiterativas señales de precaución, sectores sociales productivos como las unidades empresariales pequeñas y medianas, y financieros, como las Uniones de Crédito, parecen venir de otro universo donde su crecimiento no sólo se sostiene sino se encuentra arriba de la media nacional, siendo el primero no sólo el equivalente a 99.8% de las entidades empresariales del país o generador de 52% del PIB, sino el campo ultra fértil en el que iniciativas tecnológicas y sociales convertidas en startups cobran forma para ser un sector que exige atención por su tamaño y ofrece interesantes resultados si aprovechamos su potencial y dinamismo. México es el líder creador de startups y el sector de Uniones de Crédito no puede quedarse inmóvil frente a otro sector que demanda y recibe inversión de múltiples fuentes. Tenemos que atenderlo como a un socio con enorme potencial.
Imposible no hallar alicientes para trabajar con optimismo junto a nuestros socios y nuevos miembros que observan lo obvio sin omitirlo en sus análisis de riesgos y oportunidades, y donde todas las variables las combinan para medir el terreno de nuestro crecimiento.