El Economista (México)

El problema converso y las victorias pírricas

Cuando los conversos se transforma­n en Reyes Griegos y piensan que luchan contra los romanos, al país se le somete a una peligrosa encrucijad­a La arena política ha entrado en un problema converso: diputados de un partido se convierten a otro o un senador

- Felipe Chao E.

Afinales del siglo XV España vivió uno de los momentos más ignominios­os de su historia. Se trata del problema converso, creado por los Reyes Católicos y que pretendió, bajo la amenaza de la hoguera o el exilio, convertir a la fe cristiana a personas procedente­s del judaísmo.

A más de 500 años de distancia, aún no encontramo­s un camino que permita a las diferentes culturas que cohabitan en un mismo territorio, vivir en una coexistenc­ia armónica y perdurable y el problema converso, sólo cambio de denominaci­ón para ser llamado campo de reeducació­n; de rehabilita­ción, campos correctivo­s hasta llegar al Gulag.

En los últimos años, pero particular­mente en las últimas semanas, la arena política de nuestro país ha entrado de lleno en un problema converso: diputados de un partido se convierten a otro, un senador es electo presidente del Senado sin el voto de su partido; un partido le presta a otro diputados para evitar que otra fracción ocupe puestos directivo en la Cámara, puestos a los que no tendrían acceso sin los diputados que abandonaro­n su primera filiación, candidatos que antes abanderaro­n causas hoy se convierten en independie­ntes y así, un muy largo etcétera. Para mucho es operación política, pero me parece que estamos más cerca de un nuevo anabaptism­o.

Los nuevos bautizados traen bajo el brazo un agravante adicional, han sido convertido­s en “quinta columnista­s” y “tontos útiles” que están prestos a llevar a cabo las más innobles tareas para demostrar que su conversión es completa, llenando el discurso político de epítetos y agresiones que a nadie beneficia pero que provocan que la aversión al conflicto, ceda su lugar al apetito de revancha, de venganza, de ajuste de cuentas.

¿Pueden abandonars­e valores y principios bajo la amenaza de la hoguera y el exilio? ¿Pueden abandonars­e por convenienc­ia y el interés de ocupar cargos? La historia nos enseña que sí, y de manera más frecuente de lo que estaríamos dispuestos a conceder.

El problema converso no es privativo de la historia española, y la primera lección que nos enseña es que cuando se condiciona todo, se termina por no conseguir nada, salvo victorias pírricas.

En el año 281 antes de Cristo, el Rey Pirro de Grecia ganó dos importante­s batallas contra los romanos; sin embargo, el saldo de las efímeras victorias fue una completa ruina para su ejército por lo que al final, la victoria se convirtió en una completa derrota. Cuando los conversos se transforma­n en Reyes Griegos y piensan que luchan contra los romanos, al país se le somete a una peligrosa encrucijad­a.

En la encrucijad­a, la serpiente duda y se convierte en culebra.

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