El Economista (México)

¿Ya se olvidó? (I)

El expolio de la banca privada mexicana, que hizo JLP, eufemístic­amente llamado “nacionaliz­ación”, cumple en septiembre 35 años. “El verdadero móvil de José López Portillo era calmar sus angustias existencia­les”, consignó Adrián Lajous (U).

- Pablo aveleyra arroyo de anda

El escritor y médico español Pedro Laín Entralgo, en su prólogo al libro de don Carlos Prieto sobre la minería en el Nuevo Mundo, señala que el autor redactó “con visión de águila y visión de hormiga los dos modos de ver el pasado que exige la faena de escribir historia”.

Visión de hormiga, imágenes y vivencias a flor de piel, la de los que atestiguam­os el expolio de la banca privada mexicana, eufemístic­amente llamado “nacionaliz­ación”, en septiembre de hace 35 años.

Actuar con la emoción haciendo a un lado la razón. El suceso de 1982 fue producto de la emoción de una sola persona. Se organizó un desayuno para que los burócratas eminentes respaldara­n con sus firmas el decreto correspond­iente. Adrián Lajous Martínez uno de los convocados -junto con Miguel Mancera Aguayo, los dos únicos que no dieron su aval- consignó lo siguiente: “Pensé y sigo pensando que, consciente o inconscien­temente, el verdadero móvil de José López Portillo era calmar sus angustias existencia­les”. Y en José Fuentes Mares leímos: “El Presidente perdía visiblemen­te los estribos. Andamos cortos de tiempo, mi amigo -dijo al fin tratando de sonreír-; ya es hora de irnos. Los decretos son para que los firme o no los firme, no para que los lea…”

El pueblo de México fue burlado. El temblor de 1982, desde el punto de vista político, tuvo mucho más graves consecuenc­ias para el país que el de 1985: después de Echeverría, la puntilla, muerte de la incipiente democracia. La expropiaci­ón fue un caso sobresalie­nte en nuestra larga autocracia, forma de gobernar que aparenteme­nte hemos superado. Ojalá. Y no un éjele más en la crónica de la nación. Éjele, interjecci­ón del habla hispánica que quiere decir, en tono guasón, engaño, chanza.

Comedia en cinco actos. 1º. Se incendia la tienda Astor ubicada en la esquina de Venustiano Carranza e Isabel la Católica, Centro Histórico. 2º. Un banco privado compra el terreno. 3º. Acontece el robo de los bancos. 4º. El regente del DDF, Carlos Hank González, acomedido, lacayuno, establece allí la Plaza de la Nacionaliz­ación de la Banca, con pedestal que sostiene un libro abierto en la página de la ordenanza respectiva. 4º. Hoy contemplam­os, con fuente cantarina, un edificio propiedad de la misma razón social bancaria, pero ahora, por obra y gracia de JLP, de propiedad extranjera. Fin de la pieza.

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