La elección del sustituto de Ban Ki-moon
Este año habrá un nuevo secretario o secretaria general de la ONU (SGONU), que suceda al sudcoreano Ban Ki-moon en octubre. A 70 años de su fundación, hay un movimiento de la Asamblea General, el órgano más representativo de la Organización, en el que participan los 193 estados miembros, para que por primera vez el proceso para elegir a su nuevo dirigente sea abierto y transparente.
La práctica vigente para seleccionar al SGONU es el resultado de varios decenios de opacidad. Según la Carta de la Organización (en su artículo 97º), el Consejo de Seguridad –conformado por 5 miembros permanentes (Estados Unidos, China, Rusia, Francia y Reino Unido) y 10 no permanentes– selecciona a un candidato que posteriormente presentará a la Asamblea General para que ésta lo elija.
Hasta ahora nunca se ha llevado una votación en este órgano, sino que simplemente se ha endosado la decisión del Consejo.
La etapa más controvertida del proceso es la nominación en el Consejo: cualquiera de los cinco miembros permanentes (P5) puede vetar a algún aspirante. Los candidatos deben evitar el veto de Estados Unidos, de Rusia y de China. El “P5” negocia tras bambalinas hasta llegar a un consenso y en consecuencia se presenta a consideración de la Asamblea el candidato que representa el mínimo común denominador, como es el caso del actual secretario general.
Como parte de los esfuerzos de que la selección sea lo más transparente posible, por primera vez se hicieron públicos los perfiles y el plan de trabajo de cada uno de los candidatos. También ha habido sesiones públicas de preguntas y respuestas con los aspirantes ante la Asamblea General. Dos características adicionales en el proceso de selección en esta ocasión son que el candidato provenga de un país de Europa Oriental, como consecuencia de un sistema informal de rotación entre regiones y la posibilidad de que por primera vez una mujer acceda al encargo –la mitad de los candidatos son mujeres–. El tema del género ha cobrado gran visibilidad. Hay un grupo de países, encabezado por Colombia, que impulsa que la ONU lleve su compromiso con la igualdad de género a la designación de la primera secretaria general de la Organización.
Los 10 candidatos que siguen en la competencia al día de hoy son: Susana Malcorra (Argentina), Irina Bokova (Bulgaria), Cristina Figueres (Costa Rica), Miroslav Lakcák (Eslovaquia), Danilo Türk (Eslovenia), Srgjan Kerim (Macedonia), Natalia Gherman (Moldova), Helen Clark (Nueva Zelanda), António Guterres (Portugal) y Vuk Jeremic (Serbia). Apenas esta semana el montenegrino Igor Luksic abandonó la carrera.
Ya se llevaron a cabo dos sondeos supuestamente secretos en el Consejo de Seguridad para conocer las posibilidades de los candidatos registrados en ese momento. Antonio Guterres, exprimer ministro de Portugal y Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, tuvo los mejores resultados en ambos ejercicios, sorprendiendo a los que defienden la posición de que el candidato sea una mujer y de Europa Oriental. En mi opinión, Guterres, Danilo Turk y Helen Clark son los candidatos con más amplia experiencia tanto en el ámbito nacional, como el internacional. La neozelandesa, sin embargo, ha sido muy criticada por su labor al frente del PNUD.
Estos sondeos son parte del esfuerzo por tranparentar el proceso de selección. No obstante, no se espera, que a la hora de tomar la decisión final, los cinco miembros permanentes vayan a renunciar a su “derecho” de elegir al que ellos deseen, independientemente del país de origen o el sexo del candidato.
Ahora es el momento para reflexionar sobre los métodos de selección del dirigente de las Naciones Unidas. Sería óptimo que quien encabece la Secretaría General de la ONU sea quien tenga el mejor perfil profesional, que cuente con dotes de diplomacia y administración y un compromiso con los principios fundamentales de la Organización. Alguien que le ofrezca a la Organización y a sus Estados miembros un liderazgo efectivo para afrontar los desafíos del siglo XXI. Ojalá no se caiga en las prácticas tradicionales en que se selecciona al candidato que menos objeciones presente a los cinco miembros permanentes. Debido a ello hemos contado con Secretarios Generales timoratos, imposibilitados de tomar decisiones que puedan molestar a algunas de las potencias y a enfrentar los graves retos mundiales.
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