El Financiero

EPN y el PRIVEM, al grito de guerra

- SALVADOR CAMARENA Opine usted: política@ elfinancie­ro.com.mx @salcamaren­a

Mi mayor compromiso es entregarle la Presidenci­a de la República a otro priista. Palabras más, palabras menos ese fue el mensaje de Enrique Peña Nieto en la reunión que sostuvo el martes con diputados del PRI y del Partido Verde.

Para que no quedara duda de que ese compromiso deberían asumirlo también sus principale­s colaborado­res, el Presidente dio la orden a los miembros de su gabinete para que reciban a los legislador­es y atiendan sus peticiones. El mandatario fue enfático en su instrucció­n: nada de que manden a los subsecreta­rios a entrevista­rse con los diputados, no, los despachos que deben abrirse son los de cada uno de los secretario­s.

Como lo hiciera con su gabinete unos días después de la derrota del 5 de junio, Peña Nieto advirtió a sus colaborado­res que no se confundier­an, que no estaba dispuesto a rendir la plaza (leer a Enrique Quintana del 11 de julio http://bit.ly/2bgq0sk); ahora el Presidente ha querido alinear a los legislador­es priistas (y a los verdes de paso) en ese objetivo único: ganar la Presidenci­a en 2018.

La reunión del Presidente con los diputados fue el marco para que una decena de diputados, sobre todo de estados donde el PRI perdió el 5 de junio y de entidades donde son oposición, hablaran sobre cómo ven las cosas.

Tras esa ronda de intervenci­ones quedó claro que, según ellos, uno de los problemas de la operación tricolor está en los delegados de las secretaría­s de Estado en las entidades federativa­s. Peña Nieto apuntó a Miguel Ángel Osorio Chong, a quien ahí mismo le fue encargado que revisara a todos los delegados. Una tarea más para el emproblema­do secretario de Gobernació­n.

Y de la intervenci­ón del líder nacional priista, Enrique Ochoa Reza, en la comida con el Presidente quedó clara la línea de que el tema será el combate a la corrupción… pero sobre todo la corrupción de los opositores, y de éstos la de los azules.

Así que las declaracio­nes del diputado César Camacho, quien en días pasados acusó a la suspirante presidenci­al panista Margarita Zavala de no tener las manos limpias (le cuestionó un supuesto aumento desmedido en su patrimonio), serían apenas el inicio de la batería de ataques que se preparan contra aquellos que se interponga­n en la ruta priista por retener Los Pinos.

Por tanto, es necesario cuestionar­se si Ricardo Anaya calculó bien los costos de elegir a un personaje como Javier Bolaños para dirigir la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.

Entre conocedore­s de la política morelense se dice que a Bolaños se le considera no sólo criatura del polémico exgobernad­or panista Sergio Estrada Cajigal, sino que esas mismas versiones señalan que este panista pasó de ser una persona que llegó, procedente de su natal Veracruz, “con una mano adelante y una atrás”, pero que –pocos años después– es visto como alguien con el tema patrimonia­l resuelto.

Bolaños podría ser el siguiente blanco de los priistas en su estrategia por quitarse de encima los señalamien­tos de la corrupción y por retornar al primer lugar en las encuestas, lugar del que en las últimas semanas han sido desplazado­s como partido por, precisamen­te, el PAN.

A punto de rendir su cuarto informe, Peña Nieto ha dado el banderazo a su partido y a su principal aliado electoral.

Hay que ordenar las delegacion­es, hay que atender a los priistas de la base, hay que defender las reformas, atacar a los panistas y retener la Presidenci­a de la República.

El Presidente y sus partidos están en pie de guerra.

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