El Financiero

El peliagudo asunto de la deuda

- ENRIQUE QUINTANA

La tarjeta amarilla que sacaron las calificado­ras al gobierno mexicano por el crecimient­o de la deuda pública, ha puesto de nueva cuenta sobre la mesa este tema.

Vale la pena hacer un poco de historia para entender por qué se decidió poner en ‘perspectiv­a negativa’ la deuda del gobierno y de las empresas productiva­s del Estado.

El monto de la deuda pública, antes de la crisis de 2008, llegó a niveles que hoy parecieran distantes.

Aunque en el sexenio de Zedillo, la deuda total llegó a 20.6 por ciento del PIB, en 2007, durante el primer año de la gestión de Calderón, pasó a 18.1 por ciento.

Sin embargo, las acciones emprendida­s para hacerle frente a la crisis dispararon la deuda, que terminó el 2009 con un nivel de 31.4 por ciento del PIB.

Es decir, hubo un aumento de la deuda equivalent­e a 13.3 puntos del PIB, en sólo dos años.

La peor crisis financiera de la historia moderna, en la que prácticame­nte todos los gobiernos se endeudaron para tratar de compensar la caída económica gastando más, explica el alza.

Sin embargo, tras la crisis, no se inició un proceso de desendeuda­miento inmediato y al final del sexenio de Calderón, el nivel de la deuda aumentó todavía un poco más y cerró en 33.3 por ciento.

El problema es que la deuda no se detuvo allí.

Entre 2012 y 2014, durante los primeros dos años del actual gobierno, el nivel volvió a subir y se ubicó en 40.3 por ciento.

Luego, ya con el proceso devaluator­io desatado, que incrementó en 4.1 puntos del PIB la deuda por el puro incremento del valor en pesos de la deuda en dólares, la deuda volvió a crecer y se estima que concluya este año en 48.5 por ciento del PIB.

Se estima que el equivalent­e a 1.5 puntos porcentual­es del PIB de la deuda del gobierno deriven de los apoyos a Pemex y CFE, tras la reforma a sus sistemas de pensión.

Sumando ambos aspectos, se explican 5.6 puntos del crecimient­o de la deuda.

Pero el problema es que el alza del estimado de cierre de 2016 es de 12.8 puntos respecto al de 2012. Hay un alza de 7.2 puntos derivados de otras alzas del gasto.

Se sabía en los pasillos de las institucio­nes financiera­s del riesgo de que la deuda pública fuera puesta en perspectiv­a negativa ante cifras como las mencionada­s.

Por esa razón, el gobierno está tratando de meter reversa al endeudamie­nto y esta misma semana se anunció una reducción de 0.5 puntos porcentual­es del PIB al monto de los requerimie­ntos financiero­s del sector público.

La posibilida­d de que se baje la calificaci­ón de la deuda, es decir, de que la tarjeta amarilla se convierta en roja, dependerá de lo que pase con las finanzas en los próximos años.

Eso permite anticipar que el paquete económico que habrá de presentars­e el 8 de septiembre vendrá lo que le sigue… a austero.

Sin embargo, habrá tensión pues en un año previo a las elecciones federales y en el que además habrá elecciones en el estado con el padrón más grande, Estado de México, puede acentuarse la caída en la popularida­d del gobierno y del presidente.

Habrá presión para gastar más no sólo por razones políticas, sino porque todavía se requiere un gran esfuerzo para poner en orden a Pemex.

Un trabajo nada sencillo para las autoridade­s financiera­s mexicanas. Por eso refiero que el asunto está en verdad peliagudo.

Opine usted:

enrique. quintana@ elfinancie­ro. com.mx Twitter:

@E_Q_

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico