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¿Se pulverizan?
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El Estado de México ha sido siempre la elección local más importante del país, ya que tiene el padrón más grande y además es exactamente un año antes de la elección presidencial.
En esta ocasión, después de las alianzas PAN-PRD y de que el PRI perdió en siete de 12 gubernaturas en juego, la elección del gobernador mexiquense adquiere una vital importancia y tanto panistas como perredistas aseguran que si no ganan en esa entidad se les abre un fuerte boquete hacia la elección presidencial.
Sin embargo, los dos principales contendientes dejan pasar el tiempo y continúan deshojando la margarita, sin dar una respuesta categórica respecto a su posible postulación.
La panista Josefina Vázquez Mota acusa a su propio partido en el estado de ser el más corrupto y no define si aceptará la candidatura.
El perredista o independiente Alejandro Encinas informa que iniciará una alianza con organizaciones sociales para concretar una gran coalición de izquierda, como si hubiera certeza de que Morena se quiera aliar con el PRD.
Y mientras la alianza PAN-PRD se aleja, el PRI cumple con su objetivo de pulverizar el voto en esa entidad y con ello poder ganar la elección de gobernador, que lo mantiene en la contienda hacia 2018.
Y por cierto, si Josefina Vázquez Mota no es la candidata, también se alejan las aspiraciones de la exsenadora y hoy secretaria de Educación estatal, Ana Lilia Herrera, ya que una de sus fortalezas es que se perfile una contienda entre mujeres.
Mostraron su fuerza El poder de convocatoria del senador Fernando Herrera quedó demostrado en la reunión plenaria de Saltillo, Coahuila. A diferencia de otras plenarias, sólo hubo dos ausencias, la de Roberto Gil y la de María Luisa Calderón.
Los gobernadores electos, cuatro de los cuales salieron de la bancada panista, empezaron a llegar desde el miércoles y aquello se convirtió en un hervidero.
El ambiente era de fiesta: abrazos, bromas, pláticas en grupitos, reuniones de dos o tres, cuchicheos; finalmente son el partido que se perfila en el triunfo de la elección de 2018, después de ganar 7 gubernaturas.
En ese ambiente recibieron al presidente del PAN, Ricardo Anaya Cortés, virtual precandidato presidencial. Los senadores guardaron muy bien sus preferencias internas, como Mariana Gómez del Campo, quien obviamente apoya a su prima Margarita Zavala, o Javier Lozano, activo promotor de la candidatura de Rafael Moreno Valle.
Anaya hizo reconocimientos a todos, no sólo ganadores, sino a quienes han estado a punto de ganar en otras contiendas, como Sonia Mendoza, en San Luis Potosí, Jorge Luis Preciado, en Colima, Luisa María Calderón, en Michoacán. El PAN, dijo, está de regreso.
Anaya definió cuatro temas para la agenda legislativa: el nombramiento de los magistrados del Tribunal Electoral sin cargas partidarias, revisar la ley de disciplina financiera para frenar las trapacerías de algunos gobernadores, dar marcha atrás a la tóxica reforma fiscal y sacar adelante las leyes pendientes del Sistema Nacional Anticorrupción.
Después de la inauguración formal se tomó la fotografía oficial, con los senadores Luis Fernando Salazar y Silvia Garza en primer plano, para subrayar que tienen aspirantes para Coahuila, donde, dicen, pueden ganar solos, sin necesidad de alianzas.
Pero este ambiente de fiesta en el que realizaron su plenaria los panistas, es muy frágil y los problemas internos, así como la soberbia pueden hacerlos perder el piso y que se alejen sus posibilidades de triunfo hacia 2018.