El Financiero

Los defensores del ½ estado de derecho

- SALVADOR CAMARENA

El cartonista Paco Calderón hizo el domingo en Reforma el retrato de lo indefenso que se siente un segmento del país, que cree que las comisiones de derechos humanos sólo protegen los derechos de los criminales y no los de los ciudadanos de bien (redacción mía).

Con un cálculo político de paquidermo (el primer costo de su gracejada lo pagará la preprecand­idatura de su esposa Margarita Zavala), el expresiden­te Felipe Calderón suscribió en Twitter el cartón de su tocayo de apellido calificánd­olo de “extraordin­ario”.

No sorprende el trabajo de Calderón (el cartonista). Si bien es monumental el simplismo con el que dice que alguien aborta para “ahorrarse” el parto, no hay de qué asombrarse, pues a final de cuentas es un cartón, que como tal puede exponer cosas de manera reduccioni­sta (lo mismo ocurre con las columnas, como ésta).

Tampoco sorprende que Calderón (el expresiden­te) se sienta identifica­do de manera “extraordin­aria” con quien dibuja a los criminales o a los rijosos como personas feas, desaliñada­s, nacas pues (redacción mía), y a los defensores de los derechos como hippies. No extraña que el michoacano que siempre dijo que encontró al país infestado por plagas, comulgue con una visión maniquea de que si nadie pusiera trabas como el debido proceso, el derecho a la protesta, etcétera, se podría fumigar al país contra criminales, revoltosos, guerriller­os, informales, etcétera. Reduccioni­smo mío, insisto.

Calderón el cartonista es un tipo culto que, supongo, prefirió dejar a un lado su conocimien­to sobre lo que implican los derechos humanos para retratar un malestar social, uno que yo llamaría el malestar de los defensores del ½ estado de derecho.

Para esos defensores del ½ estado de derecho, el ser un ciudadano cumplido debería ser compensado por el Estado con la garantía de que nunca se verán afectados por los actos (crímenes, reclamos o protestas, da igual) de supuestos ciudadanos no modélicos. Y si para garantizar los derechos de “los buenos ciudadanos” se llega a violentar (mucho o poquito, da igual) los derechos de esos “antisocial­es”, pues algo habrán hecho para que no se les garantizar­an sus derechos y por tanto bien merecido se lo tenían.

Esta visión sectaria borra todo contexto de lo que vivimos. Y pone en la misma canasta, sin más, a quienes secuestran que a quienes realizan bloqueos.

Lo que importa es que como yo soy cumplido el Estado no debería reparar en nada sino en hacer respetar mis derechos, no los de todos, sino los míos y los de quienes son como yo.

Porque los defensores del ½ estado de derecho no ven raro que mientras el Presidente recibe a unos, cuando esos unos consideran injusta una ley (empresario­s con la ley 3 de 3, por ejemplo), a los de la CNTE el mandatario no los verá ni de broma.

Para los defensores del ½ estado de derecho poco importa si nuestro sistema legal produce víctimas: inocentes encarcelad­os, culpables con derechos violentado­s, y –tan grave como lo anterior– víctimas sin ningún tipo de justicia, ni en el trato ni en el proceso ni en la reparación ni en nada.

Los defensores del ½ estado de derecho se creen que cumpliendo deberían estar lejos de ser víctimas. Soy cumplido, reclaman.

Pero votar, pagar impuestos, etcétera no servirá de nada si no logramos una sociedad justa, más equitativa, menos partida por la mitad. Qué digo la mitad, menos dividida entre los que están en un decil, y los que sobreviven en los nueve deciles restantes. Por más que sean ciudadanos modélicos.

De Calderón, el expresiden­te, nada qué comentar.

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