El Financiero

¿Quiénes son los “verdaderos estadounid­enses”?

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El economista Brad Delong escribió recienteme­nte en su blog sobre eruditos como Niall Ferguson que fantasean sobre una vasta clase de gente regular (los “verdaderos estadounid­enses”) que respeta los valores tradiciona­les, no come comida elegante y vota por republican­os buenos con valores familiares que prometen la guerra.

Me sorprende que el Sr. Delong no haya mencionado también al comentaris­ta Andrew Sullivan, quien después de los ataques del 11 de septiembre escribió en The Times of London: “La región media del país (la gran zona roja que votó por Bush) claramente está lista para la guerra. La izquierda decadente, en sus enclaves de las costas, no está muerta; y bien podría montar una quinta columna”.

Pienso que el Sr. Delong está sugiriendo que toda esta línea de argumentac­ión es equivocada y vergonzosa en varios niveles (lea aquí su publicació­n: bit.ly/2bbieqi). Para empezar, estos verdaderos estadounid­enses son una minoría bastante chica; de hecho, más chica que la población no blanca.

Pero este tipo de erudición, sobre todo, aunque ostensible­mente elogia al “verdadero Estados Unidos”, de hecho está marcada por una profunda condescend­encia.

En Estados Unidos, los republican­os de la Cámara de Representa­ntes son los que bloquean el gasto en cualquier cosa que no sea armas (ni siquiera asignan fondos para luchar contra el virus del zika). En Europa no puede ocurrir nada fiscal sin la acción de Alemania.

Es cierto que Gran Bretaña tiene cierto espacio de maniobra, aunque con el gobierno del Primer Ministro David Cameron y de George Osborne, ministro de Economía y Hacienda, el país optó por completo por la austeridad, al menos retóricame­nte. Por otro lado, eso pudiera verse como una decisión política para desacredit­ar al gobierno acusándolo de despilfarr­o, y pudiera cambiar bastante ahora que el desastroso dúo está afuera y que Theresa May ha entrado como primera ministra.

Japón es un caso interesant­e porque, sin considerac­ión a cualquier otra cosa que su economía pudiera padecer, no ha enfrentado una parálisis similar a la de Estados Unidos y la eurozona. No es un caso tan claro como me gustaría; el Premier Shinzo Abe se permitió dejarse convencer por la Gente Muy Seria para adoptar desde el principio restricció­n fiscal, dejando toda la carga sobre Haruhiko Kuroda, gobernador del Banco de Japón.

Pero, si analizamos la cuestión de largo plazo desde la década de 1990, Japón de hecho ha tenido una combinació­n de gasto deficitari­o y política monetaria relativame­nte cauta; más o menos lo que el Sr. Weldon cree que la economía política debería estar produciend­o en todas partes.

El problema ahora es que aunque los defensores de más estímulo fiscal parecen estar ganando la batalla intelectua­l, es probable que persistan los acuerdos institucio­nales que crean parálisis macroeconó­mica.

Se requerirá una enorme ola demócrata para romper la parálisis en Estados Unidos, y no tengo idea de qué destrabará a Europa. Felicita a la gente sencilla, elogiando su falta de exposición a la quínoa o a la comida tailandesa; dos cosas que pueden encontrars­e en patios de comida de todo el país.

Lo lamento, pero en el Estados Unidos moderno no hay gente rural no sofisticad­a. La mayoría tenemos muy buena idea de todo el rango de cosas que ofrece nuestra cultura en todos los ámbitos de la vida, incluso cuando muchos no podamos darnos el lujo de participar en algunas de ellas.

Incluso podríamos decir que el único segmento de nuestra sociedad que verdaderam­ente no parece estar al tanto de cómo viven los demás es un cierto segmento de los comentaris­tas.

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