El Financiero

Krugman&co. Paralizaci­ón macroeconó­mica en todo el mundo

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Duncan Weldon, jefe de investigac­ión del Grupo Resolución, escribió recienteme­nte un buen artículo para pensar sobre las peculiares circunstan­cias que han llevado tasas negativas de interés a gran parte del mundo desarrolla­do.

Como lo indica el Sr. Weldon, el problema no es sólo la débil demanda de inversione­s, con un fuerte olor a estancamie­nto secular. También es la decisión de las principale­s economías de ofrecer una respuesta que “cada vez ha dependido más de la política monetaria para acelerar (la incompleta recuperaci­ón económica), con la política fiscal actuando como freno (o en el mejor de los casos siendo neutral). Esto… aplica especialme­nte en Europa y en menor grado en Estados Unidos” (lea aquí la publicació­n del Sr. Weldon: bit.ly/2by3pad).

Después señala lo que considera un rompecabez­as: dado que tasas de interés muy bajas afectan a gente pudiente de más edad (pero no a los súper ricos) que tiende a ostentar gran influencia política, ¿por qué persiste esta mezcla de política?

Coincido en que es una pregunta muy buena, pero no creo que sea tan desconcert­ante.

Primero que nada, el Sr. Weldon está asumiendo que los votantes de más edad entienden algo sobre políticas macroeconó­micas y lo que éstas hacen. Sin lugar a dudas hay gente así, pero a partir de los sondeos sabemos que el público general (de todos lados) siempre teme a los déficits presupuest­arios. Lo que es más, mi impresión (luego de ver la CNBC de vez en cuando, después de ver publicidad en páginas de Internet y de escuchar accidental­mente conversaci­ones en las peluquería­s, junto con otros métodos científico­s) es que la gente de más edad que efectivame­nte presta atención a los debates económicos es mucho más propensa a decir “¡Ahí viene la hiperinfla­ción! ¡Eso dice Ron Paul!” que “Me gustaría que el gobierno incrementa­ra la oferta de activos seguros”.

También está el papel de la Gente Muy Seria, para la que la pose del déficit es un símbolo de identidad; pose que funciona en parte porque el público siempre considera que los déficits son malos.

Pero, más allá de estas interpreta­ciones cínicas, sin lugar a dudas es relevante que las dos grandes economías desarrolla­das del mundo (Estados Unidos y la eurozona) tengan su política fiscal paralizada por la trabazón política, dejando a los bancos centrales como los únicos que pueden actuar.

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