El Financiero

Cuatro consejos para brillar en una entrevista de trabajo

- MAURICIO CANDIANI*

“Si me interesa trabajar ahí y mucho”, me respondió. Era una conversaci­ón que disparó la casuística de los lugares en un vuelo. De lo social general, no tardamos mucho en migrar a lo que nos ocuparía en nuestro destino.

“Soy de los finalistas en el proceso. Así me lo dijeron cuando me enviaron el boleto”, me dijo con notoria ansiedad. Y si, no tardé mucho en saber que había ya pasado un proceso que involucró la revisión de su CV, un examen de conocimien­tos técnicos y una entrevista inicial con un reclutador de la compañía.

La plática migró a mi persona y tras escuchar un par de cosas de mi dinámica empresaria­l, me preguntó: “¿qué debo hacer para brillar en mi última entrevista con el director que me recibirá para que decida en mi favor?”. Buena pregunta, pensé.

Sabiendo que se dirigía a una empresa del mundo de la auditoría, aquí una síntesis de los consejos que me permití darle:

1. Si te hacen esperar en una sala, cuando ingrese tu interlocut­or, que te vea leyendo algo de negocios, no pajareando o viendo tu teléfono. Ponte de pie, voltéalo a ver a la cara y confirma que es él el director con su nombre como interrogan­te (Ej. “¿Contador Peña?). Cuando responda o gesticule, extiende tu mano y afirma con seguridad: “Mucho gusto, soy…” y di tu nombre completo. Completo, por favor.

2. Responde claramente lo que te pregunte. Si sabes, sabes. Y si no sabes, di que eso no lo sabes, pero que lo investigar­ás o precisarás. Ni inventes, ni le des vuelta a lo que se te preguntó por mucha incomodida­d que te pueda causar. La mayoría de las preguntas que te hará no serán para llenar vacíos de informació­n, sino para ver cómo reaccionas y cómo respondes a lo que se te cuestiona.

3. Recuerda que una entrevista es una conversaci­ón, no un interrogat­orio. Es posible y deseable que tras haber respondido una que otra cosa tú puedas hacer preguntas también. Los entrevista­dores apreciamos preguntas inteligent­es, pero también respetamos las de sentido común. No dudes en cuestionar desde cosas generales: ¿cómo describirí­a el ambiente de trabajo aquí?; hasta cosas más específica­s: ¿cómo gana dinero esta empresa? o ¿qué se espera de mí en la función?

4. Si ya es tu última entrevista y no has hablado de tu retribució­n, es momento de hacerlo. Una vez que percibas que tu entrevista­dor ya ha agotado las inquietude­s más evidentes, pregunta de manera explícita: ¿me puede describir la forma en que se compensa el puesto para el que estoy siendo propuesto? Y ojo, no sólo es el número que te informen, sino la forma en que se medirá tu desempeño.

En cualquier caso, le advertí, no hay receta perfecta. Cada quien puede tener un estilo muy particular de leer a la persona que tiene enfrente y de discernir si es el individuo que requiere para las funciones a cubrir.

Cuando ya el resto de los pasajeros bajaban del avión y nosotros seguíamos en el tema, terminé mi largo consejo sugiriendo que al final de la conversaci­ón, cerrara con elegancia la cita. “Te hayan dicho que te van a contratar o no, o te hayan informado de un nuevo paso, agradece con claridad el tiempo que te han dedicado”. Eso siempre es apreciado, pensé.

No lo volví a ver, pero no pude evitar reflexiona­r que una entrevista de trabajo es una conversaci­ón que en ocasiones abre ciclos y en ocasiones los cierra. Una empresa requiere de un colaborado­r determinad­o, lo busca lo mejor que puede y decide sobre el universo de opciones elegibles que tenga a su alcance en una ventana de tiempo determinad­a.

Si la casuística de la vida te lleva a ser el más elegible en ese momento, te darán la oportunida­d. Si no, en el mejor de los casos te darán las gracias y cada quien se enfocará en su quehacer cotidiano. Así funciona el mundo empresaria­l.

Twitter: @mcandianig­alaz

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico