El Financiero

Turbulenta transición

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Hace poco más de un mes ya comentaba en este espacio sobre el difícil panorama de seguridad en Veracruz, ocasionado por los ajustes de cuentas entre organizaci­ones criminales ante el inminente fin de la administra­ción de Javier Duarte. Como describí en “Violencia en Veracruz, ¿el fin de un pacto?”, numerosas fuentes sugieren la existencia de vínculos con el crimen organizado por parte de los gobiernos de Javier Duarte y de Fidel Herrera (gobernador de Veracruz de 2004 a 2010, y actual Cónsul en Barcelona). Tal vez la más elocuente sea una entrevista publicada en junio pasado por la revista Vice

a un jefe de sicarios de Los Zetas.

De acuerdo con dicha entrevista, fue en tiempos de Fidel Herrera que el gobierno del estado solapó que Los Zetas se instalaran en Veracruz. Sin embargo, durante el sexenio de Javier Duarte hubo un vuelco y las autoridade­s estatales decidieron favorecer al Cártel Jalisco Nuevo Generación (CJNG). La llegada de dicho grupo generó una breve crisis de violencia en el Puerto de Veracruz a mediados de 2011. Fue en ese entonces que los Mata Zetas

–otro nombre con que se conoce a las células del CJNG que operan en Veracruz– arrojaron 49 cadáveres en una transitada glorieta de Boca del Río. Desafortun­adamente, en las últimas semanas han continuado la inestabili­dad y el escalamien­to de violencia en la entidad. El pasado 4 de agosto renunció el Secretario de Seguridad Pública estatal, Arturo Bermúdez Zurita, después de que el gobernador electo, Miguel Ángel Yunes, exhibiera su vinculació­n con una veintena de empresas y de que se señalara que es dueño de cinco inmuebles en Houston, por un valor total de 2.4 millones de dólares. A los pocos días de la salida de Bermúdez, la tarde del viernes 19 de agosto, un comando armado irrumpió en varios poblados del municipio de Alto Lucero, saqueó comercios y asesinó a un total de ocho personas. En ese mismo municipio –predominan­temente rural– cinco presuntos delincuent­es habían sido abatidos en mayo de 2014 por la policía estatal. De acuerdo con testimonio­s de habitantes del municipio, los agresores serían sicarios de Los Zetas, y su incursión en Alto Lucero no parece tener otra motivación que la de generar miedo en la comunidad.

A los hechos de Alto Lucero siguió el macabro hallazgo en el Puerto de Veracruz de 52 fosas clandestin­as, con un número indetermin­ado de restos humanos. Las fosas clandestin­as parecerían

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