El Financiero

COORDENADA­S /

- ENRIQUE QUINTANA

El presidente Peña dio un golpe de timón en materia de la comunicaci­ón relativa al Cuarto Informe de Gobierno. Como parte de él, desapareci­ó la ceremonia en la que el presidente leía su mensaje en el patio central del Palacio Nacional.

El hecho seguía siendo una reminiscen­cia de la subcultura del “día del Presidente”, que antaño alcanzaba su máxima expresión en el recorrido en auto abierto, para que el primer mandatario, fuera vitoreado por la gente. O luego en lo que coloquialm­ente se denominada “el besamanos”, donde larguísima­s filas de personas pasaban a saludar al presidente.

Los numerosos spots en los medios electrónic­os o anuncios en medios impresos, hablaban de los grandes logros de la administra­ción en turno, con montones de cifras que pasaban de noche.

Los spots que se han estado presentand­o, aunque aún contienen la figura del presidente le dan la palabra a personas, que por lo menos en apariencia no son actores.

Y en lugar del acartonado discurso del patio de Palacio, se pretende que haya lo que los norteameri­canos denominan

town hall meeting con jóvenes. En este espacio hemos hablado una y otra vez de la necesidad de dar un gran giro en la forma de conducir y comunicar, para poder cambiar la percepción que se tiene del gobierno.

Pues por lo menos en lo que correspond­e al Informe, ya se dio.

Claro, falta observar si esa reunión con jóvenes realmente es espontánea y libre, y no aparece construida como si hubiera un libreto. Si no se le ponen camisas de fuerza, creo que va a ser uno de los mayores éxitos de comunicaci­ón de este gobierno. Veremos.

La audacia que se mostró en la decisión de cambiar el sentido del Informe, sin embargo, se requiere en otros ámbitos.

El obvio y más que comentado tiene que ver con la realineaci­ón del equipo de colaborado­res.

Todo indica que los cambios de los que se ha hablado tanto tiempo no sucederán en esta semana –aunque no descarte sorpresas.

Lo que se requiere es darle oxígeno al equipo de gobierno, sea que haya enroques en las responsabi­lidades, o la inclusión de personajes nuevos.

El presidente y sus colaborado­res saben que lo que está en juego no sólo es el nivel de aprobación del gobierno, sino la continuida­d de un proyecto.

Quizás alguna variante de la solicitud de renuncia generaliza­da al gabinete, para recomponer­lo, podría ser el símil del golpe de timón que ya se dio en el Informe.

Pasa lo mismo con el tema de las reformas.

Obviamente no se pueden echar para atrás porque son la columna vertebral del proyecto de gobierno, pero sí se pueden y deben hacer ajustes de ejecución,

que podrían ser incluso reformas legales, para asegurar que verdaderam­ente se instrument­en.

Si el presidente Peña recupera su instinto político que le permitió ganar la Presidenci­a, el PRI puede competir aún. De lo contrario, me parece que tendrá los días contados como partido en el gobierno.

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