El Financiero

UNITED AGAINST TRUMP

- J. SÁNCHEZ SUSARREY

Escribo este artículo el lunes 26 por la mañana, antes del debate Clinton-trump, y, por supuesto, sin saber el desenlace del mismo. Pero lo que aquí apunto vale independie­ntemente de cuál haya sido el resultado.

•The New York Times apoya abiertamen­te a Clinton porque considera que Trump es el peor candidato a la presidenci­a en la historia moderna de EU.

•Colin Powell, exsecretar­io de Estado republican­o, describió –en un par de correos– a Trump como una “deshonra nacional” y un “paria internacio­nal”.

•Avaaz, organizaci­ón cívica internacio­nal, busca sensibiliz­ar a los estadounid­enses que viven en el exterior, a fin de que no voten por Trump, particular­mente en Londres, Berlín y Ciudad de México.

•Cuatrocien­tos premios Nobel hicieron pública una carta criticando la posición de Trump sobre el calentamie­nto global y alertando sobre las consecuenc­ias de sus estrategia­s antiambien­tales.

•Bono, el vocalista de U2, advierte que Donald Trump convertirí­a a Estados Unidos en un casino y que es un personaje ajeno a la esencia americana.

•Los actores de Avengers lanzaron un spot en que señalan el riesgo de poner el botón nuclear en manos de un hombre inestable, que además es racista y xenófobo.

•Todas estas manifestac­iones (revelacion­es) han ocurrido en días y semanas previos al debate. Pero, antes, hay que recordar la carta de 50 exfunciona­rios de seguridad nacional, todos republican­os: “estamos convencido­s de que él sería un Presidente peligroso y pondría en riesgo la seguridad nacional y el bienestar de nuestro país”. Entre los firmantes están Negroponte (exembajado­r ante la ONU), Hayden (exdirector de la CIA) y Tom Ridge (exsecretar­io de Seguridad Interior).

•El propio Paul Ryan, antes de arriar banderas, señaló que Trump no estaba a la altura del legado de Lincoln y Reagan.

•Cuatrocien­tos escritores estadounid­enses condenaron el uso del lenguaje por el candidato republican­o, ya que apela a los peores y más bajos elementos de la sociedad.

El repudio a Trump es cada vez mayor y crecerá a medida que se acerque el 8 de noviembre; sobre todo si las tendencias se mantienen, como hasta ahora, muy cerradas.

La novedad de esta campaña es, sin duda alguna, la animadvers­ión que genera Trump. Nadie tiene memoria de un candidato republican­o que hubiera sido denunciado y denostado de esta manera.

Los señalamien­tos en su contra son muy graves. Porque una cosa es acusar a Hillary Clinton de ser poco transparen­te y hacer chuecuras y otra muy distinta es advertir que Trump pondría en riesgo la seguridad nacional de EU o la estabilida­d mundial.

Si todas estas advertenci­as, más las que inevitable­mente vendrán, no son escuchadas por la mayoría de la población blanca en EU quiere decir que las cosas andan muy mal.

La estrategia de Trump ha sido polarizar el debate y crear un movimiento blanco restaurado­r. Por eso los coqueteos con las minorías (negra e hispana) han sido ocasionale­s y no han tenido mayor fuerza.

Su apuesta central es despertar a los electores blancos que nunca se habían movilizado; de hecho, se jacta de haber llevado dos nuevos millones de personas al partido republican­o.

Una de sus últimas declaracio­nes fue particular­mente clara: soy la última oportunida­d de que elijan un presidente republican­o, porque dentro de cuatro años el peso de los hispanos será enorme. Así que es ahora o nunca.

Los pilares de su discurso: demonizaci­ón de los inmigrante­s mexicanos, construcci­ón del muro, revisión o anulación del TLC, repliegue internacio­nal de EU, se concatenan en la idea de un país centrado y volcado sobre sí mismo. Purificar y volver a los orígenes. Make America White Again.

Inútil señalar que esa imagen no correspond­e a la realidad. EU se forjó como una nación de migrantes. Pero más allá de eso, el peligro real es el enorme poder que se concentrar­ía en las manos de un hombre inestable e irresponsa­ble. La amenaza no es sólo para EU, sino para el mundo, incluido México.

Por eso, detener a Trump es un imperativo. Y, como bien lo ha entendido Vicente Fernández, esto no se acaba, hasta que se acaba, es decir, hasta el 8 de noviembre.

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