El Financiero

USO DE RAZÓN

- PABLO HIRIART

Dos han sido los errores de este gobierno que nos han traído consecuenc­ias graves: el incremento acelerado de la deuda y la invitación a Donald Trump. Uno pega en el bolsillo y otro muy cerca de ahí. En contrapart­e ha habido aciertos innegables, como son las reformas por tantos años postergada­s y que llegaron tarde, pero llegaron.

Sin embargo, tenemos el dólar a más de 20 pesos y un plan de austeridad que golpea a la gente, a los programas sociales, a la cultura, a la salud y a la educación.

Se manejó mal la economía y fue una equivocaci­ón dramática tener a Donald Trump en Los Pinos.

“Habíamos estado viviendo de prestado”, dijo ayer el secretario de Hacienda, que no se ha reservado argumentos para alertarnos de la gravedad de la situación.

Si no hay austeridad y un control estricto de la deuda, expresó José Antonio Meade ante diputados la semana pasada, las consecuenc­ias por venir pueden ser “abruptas y sustancial­es”.

Los que saben leer entienden lo que el titular de Hacienda nos está advirtiend­o.

Deuda y déficit han sido los temas del secretario Meade, quien intentará retomar lo que se prometió y no se cumplió desde el inicio de esta administra­ción: crecer con déficit cero.

Aumentar la deuda como lo ha hecho el gobierno no puede pasar sin que haya consecuenc­ias: en tres años se ha incrementa­do casi diez puntos del PIB.

El gobierno anterior dejó la deuda muy por debajo de los 40 puntos del PIB (entre 34 y 36 por ciento del PIB), y hoy está cerca del 50 por ciento.

Durante el último año de Calderón la economía creció al cuatro por ciento, y en 2013 sólo fue al 1.4 por ciento.

No se necesita ser economista para entender que un freno así al crecimient­o, sin crisis internacio­nal, con los mejores precios del petróleo en la historia y con dinero producto de la contrataci­ón de deuda, fue producto de un mal manejo de la economía. ¿O no?

En 2015 el gobierno gastó 156 mil millones de pesos más de lo presupuest­ado. Y aumentó la deuda. Creció el déficit.

Algo se hizo mal en la economía del país que ayer el secretario de Hacienda nos dijo que en buena medida “habíamos estado viviendo de prestado”.

Lo anterior se puede corregir, con austeridad y sacrificio­s: tiene remedio si el Congreso no desdibuja el proyecto de presupuest­o.

Pero lo que podría no tener remedio fue la invitación a Donald Trump a México. A Los Pinos, nada menos.

Fue un error de cálculo creer que cambiaría su discurso antimexica­no, como lo reafirmó el propio candidato republican­o esa noche en su discurso de Arizona.

Ese golpe al hígado de la nación va a tardar más en sanar que el exceso de endeudamie­nto.

Si gana Trump nos va a ir muy mal: ya se le ofreció renegociar el TLC.

Y si la vencedora es Hillary va a cobrar caro el trato de jefe de Estado que se le dio en México a su adversario, el antimexica­no Donald Trump.

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