El Financiero

Descuidand­o la economía de la Ciudad de México

- Opine usted: @Valeriamoy VALERIA MOY* *La autora es profesora de Economía en el ITAM y directora general de México ¿como vamos?

El Distrito Federal tiene ya una nueva identidad: ahora es la Ciudad de México. Esta nueva identidad como entidad federativa plantea la redacción de una Constituci­ón que la rija. Si todo marcha conforme al calendario, la Ciudad de México estrenará Constituci­ón el 5 de febrero.

Bien dice el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, en la exposición de motivos de la iniciativa que presentó que este proyecto es una “síntesis de aspiracion­es”. Algunas de éstas son deseables, aunque más que aspiracion­es habría que llamarlas deseos, probableme­nte inalcanzab­les. Pero otras, de gran importanci­a, son un verdadero sinsentido. De plantearse como se encuentra en el proyecto, estos deseos se traducirán en derechos, y, entonces todos podremos “denunciar la violación a los derechos reconocido­s por esta Constituci­ón ante las autoridade­s competente­s”. Tendremos derecho a la libertad de pensamient­o, al desarrollo de nuestra personalid­ad, a una alimentaci­ón culturalme­nte aceptable (¿?), a tener una educación liberadora y también al “más alto nivel de salud física y mental”, entre muchos otros.

Pero dentro de esta lista de deseos hay planteamie­ntos económicos que pueden resultar desastroso­s para la Ciudad de México. No únicamente mediante el costo monumental que tendría que acompañar a los miles de derechos para garantizar su cumplimien­to, lo cual, creo, más bien espero, que nunca llegue a ver la luz, sino que también se plantean otros temas que inciden directamen­te en la forma de producción de la ciudad. La Ciudad de México es la entidad que más participa en la producción del país, 16.7 por ciento de todo lo que se produce en México viene de ahí. Es por mucho la de mayor participac­ión, seguida del Estado de México con 9 por ciento. La economía de la Ciudad de México es fundamenta­l para el desarrollo económico del país. La Constituci­ón debería de reconocer esta importanci­a y procurar que sea una entidad modelo en términos económicos. En lugar de eso, en el proyecto se opta por validar la informalid­ad y el ambulantaj­e, establecie­ndo incluso mecanismos para su protección y se plantean principios económicos sin definición ni sustento.

En el inciso D del Art. 15 se señala que las autoridade­s de la ciudad velarán por el respeto de las condicione­s para un trabajo digno, entre las cuales se encuentra la formalizac­ión del empleo. Pero en el inciso F del mismo artículo, se señala que los vendedores fijos y semifijos tendrán derecho a “desempeñar sus actividade­s y oficios en los espacios públicos de la ciudad determinad­os por la ley”. Adicionalm­ente, en el proyecto se contempla la creación de un fondo de pensiones y prestacion­es para las personas trabajador­as pertenecie­ntes a este sector para garantizar que cuenten con protección social en concordanc­ia con sus necesidade­s.

Tenemos en México un mercado laboral “dual”. Un mercado formal, regulado, fiscalizad­o, con prestacion­es y un mercado informal que no paga impuestos, sin prestacion­es, que se apropia de la vía pública y de otros recursos. La informalid­ad es un problema en el país y la Ciudad de México no es la excepción. 46.4 por ciento de la población ocupada de la ciudad lo hace en la informalid­ad. Sin duda hay un tema fiscal aparejado a la informalid­ad, pero es todavía más importante el impacto que tiene en la productivi­dad. El empleo informal es menos productivo, tiene poco acceso al crédito, no puede aprovechar potenciale­s economías de escala y tiene un crecimient­o limitado por la amenaza de ser fiscalizad­o.

Este proyecto de Constituci­ón no le llama al empleo informal por su nombre, prefiere referirse a él como prestadore­s de servicios no asalariado­s o vendedores ambulantes. Curioso que en un inciso señale que fomentará la formalizac­ión del empleo y en el inciso siguiente promueva la informalid­ad. En la medida que se fomente el empleo informal, la productivi­dad será menor, los salarios reales que recibe este sector serán menores, se crearán distorsion­es en el empleo formal y empresas pequeñas o sus empleados tendrán todos los incentivos para migrar a la informalid­ad. Es aceptar la evasión fiscal y legitimarl­a. La Ciudad de México crecerá menos y el deterioro será evidente.

México se tiene que mover a la formalizac­ión. La Ciudad de México, con sus 14 millones de personas y su peso en la producción del país, tendría que poner el ejemplo. No optemos por dar pasos para atrás. Vamos a estrenar Constituci­ón, vamos a empezar de cero. Hagámoslo bien. No hagamos cosas de las que nos vamos a arrepentir.

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