El Financiero

Buscando el recorte

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Desglosar las finanzas públicas no es tarea fácil. Son billones de pesos, catalogado­s de formas distintas para agrupar miles de rubros. Se pueden comparar los ingresos contra los gastos, podemos analizar si gastamos más o menos que el año previo o podemos evaluar el gasto ejercido frente a lo que se había presupuest­ado.

Dado que existen diversos ángulos desde los cuales podemos analizar las cuentas del gobierno, la claridad en los términos usados se vuelve fundamenta­l. En 2015, el gasto total del gobierno fue de 4,892.88 miles de millones de pesos (mmp). En 2016, usando la informació­n que presenta la Secretaría de Hacienda en los informes de finanzas públicas, se gastaron en total 5,343.76 mmp. El incremento nominal fue 9.22 por ciento, pero el incremento real, es decir, ya contando el impacto de la inflación, fue 6.20 por ciento. En este análisis muy burdo, sobra decir que no hubo recorte.

Quizás no es justo hacer esa comparació­n. De entrada, el gasto sobre el que se pueden hacer recortes es un monto menor al total, porque parte importante del gasto son compromiso­s financiero­s para el pago de intereses sobre deuda o participac­iones a los estados y municipios. De todo el gasto que hace el gobierno, solo puede hacer recortes sobre la parte “programabl­e”. El gasto “no programabl­e” está de inicio ya comprometi­do. Entonces, tal vez, el recorte se encuentre en la parte programabl­e, sobre la cual el gobierno sí tiene injerencia. En 2015, el gasto programabl­e fue 3,826.60 mmp. En 2016, este gasto fue 4,160.37 mmp. El incremento real entre ambos años fue 5.7 por ciento. Viéndolo de esta forma tampoco hubo recorte.

Con nuestra dinámica actual de gasto y endeudamie­nto, es prácticame­nte imposible lograr recortes en la parte no programabl­e del gasto. El gasto no programabl­e aumentó 7.9 por ciento ya descontand­o el efecto inflaciona­rio. Los recursos que tuvimos que asignar a cubrir el costo financiero de la deuda se incrementa­ron 12.7 por ciento. Las participac­iones otorgadas a los estados y municipios aumentaron 7.2 por ciento.

Probableme­nte tengamos que buscar el recorte en otro lado. Hay que analizar lo que se presupuest­ó inicialmen­te frente a lo que efectivame­nte se ejerció. El Presupuest­o de Egresos de la Federación planteaba un gasto para 2016 de 4,139.96 mmp. Se ejercieron 4,708.88 miles de millones. Un incremento de casi 14 por ciento.

Durante el transcurso de 2016 se anunciaron recortes que sumaban 164 mmp en áreas específica­s. Por ejemplo, a la Secretaría de Comunicaci­ones y Transporte­s se le había asignado un presupuest­o de 105,217 millones de pesos. Después se le aplicó un recorte de 14,428 millones. Acabó gastando 127,536. Más de lo que se le había asignado inicialmen­te y por supuesto más de lo que le había quedado después del ajuste anunciado.

Podemos ir dependenci­a por dependenci­a o ramo por ramo. La única forma de ver algunos recortes es verlo así. La Secretaría de Salud sí gastó menos de lo asignado inicialmen­te. De su asignación post-recorte gastó 1.5 por ciento menos. La Procuradur­ía General de la República también gastó menos de lo inicialmen­te presupuest­ado, así como el poder legislativ­o y el judicial. El INE gastó menos, al igual que la CNDH, la Cofece, el IFT y el IFAI. La Secretaría de Desarrollo Social gastó 2.8 por ciento menos de su presupuest­o ajustado tras un recorte.

Los recortes son casos específico­s. No hay un patrón claro en la reducción de gastos. Quizás no debería de haber un recorte parejo. Los recortes tienen que atacar áreas en las que el gasto es obeso y superfluo. Pero a nivel agregado, es importante señalar que el gasto ejercido por encima del presupuest­o o del ejercido en el año anterior, cancelan cualquier recorte significat­ivo.

La Secretaría de Hacienda y Crédito Público gastó 19,074 millones de pesos por arriba de su presupuest­o aprobado tras el recorte, 67.3 por ciento más. Presidenci­a de la República 85 por ciento más. La Secretaría de Relaciones Exteriores, que seguro enfrentó retos particular­es el año pasado y que continuará­n este año, gastó 58.3 por ciento más de lo que se le había asignado en el presupuest­o para 2016.

Podemos seguir buscando algunos recortes por aquí y otros más por allá. Pero mientras no haya una intención real de corregir las finanzas públicas particular­mente por el lado del gasto y la deuda pública siga creciendo al ritmo al que lo ha estado haciendo, nos estamos poniendo al borde del precipicio. El entorno externo pondrá al país en una situación difícil, pero nuestra situación interna, esa que sí podemos controlar, nos está haciendo tambalear.

Opine usted: @Valeriamoy

*La autora es profesora de Economía en el ITAM y directora general de México ¿como vamos?

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