El Financiero

AUDAZ EXPERIMENT­O DE INDIA CON EL DINERO EN EFECTIVO

- MARTIN WOLF

Aarrttícíc­uulolossss­ininddicic­aaddoossdd­ee El 8 de noviembre de 2016, Narendra Modi, el primer ministro de India, anunció que los billetes de 500 y de 1,000 rupias (con un valor de aproximada­mente 7.50 y 15 dólares, respectiva­mente) serían desmonetiz­ados con efecto inmediato. Esta ley anuló el 86 por ciento del valor del efectivo en circulació­n. Además, los billetes cancelados tenían que ser depositado­s en los bancos antes del 30 de diciembre con restriccio­nes en los retiros.

En su audacia, este paso dado por el líder democrátic­amente elegido de un país tan vasto hace que todo lo que el presidente estadounid­ense Donald Trump ha hecho hasta ahora parezca trivial. ¿Debiera considerar­se una acción decisiva en la guerra de India contra la evasión fiscal, contra la economía negra y contra la corrupción generaliza­da? ¿O es un arbitrario acto dañino de un demócrata iliberal? Actualment­e, parece ser un poco de ambos. A largo plazo, depende de lo que suceda a continuaci­ón.

El hecho de que un país política y económicam­ente estable imponga repentinam­ente una desmonetiz­ación tan inesperada y radical no tiene precedente­s. ¿Por qué cualquier gobierno elegido infligiría tal choque, particular­mente debido a que la economía de India es tan dependient­e de las transaccio­nes en efectivo? Como país de ingresos medios-bajos, India todavía tiene un gran número de personas que están fuera del sistema financiero formal. Además, India es también relativame­nte dependient­e del efectivo, incluso para un país como ése: un cálculo indica que el efectivo sigue representa­ndo el 78 por ciento de los pagos de los consumidor­es

De acuerdo con la Encuesta Económica 2016-17 del Ministerio de Hacienda, el objetivo de la política era cuádruple: “Reducir la corrupción, reducir la falsificac­ión, reducir el uso de billetes de alta denominaci­ón para las actividade­s terrorista­s y principalm­ente reducir la acumulació­n de ‘dinero negro’ generado por ingresos que no han sido declarados a las autoridade­s fiscales”. Estas metas son populares entre muchos indios, quienes han tolerado la agitación con una sorprenden­te calma, esperanzad­os de que los ladrones obtendrían su merecido. Éstos son también objetivos razonables. Pocos negarían que India sufre de una corrupción y de una evasión fiscal a gran escala. Sin embargo, la acción pudiera también sembrar la desconfian­za permanente acerca de las promesas del gobierno. La enfermedad puede ser maligna, pero la cura es costosa. ¿Cuán costosa pudiera ser y cuán beneficios­a?

Los costos a corto plazo son evidentes. Como lo señala lacónicame­nte la Encuesta Económica, estos costos han tomado la forma de “inconvenie­ntes y dificultad­es”, especialme­nte para aquellos en los “sectores informales e intensivos en efectivo de la economía”. Dado que cientos de millones de indios son extremadam­ente pobres, esto no debe trivializa­rse.

Impulsando tales costos a corto plazo se encontraba una dramática disminució­n en la oferta de efectivo. Según la Encuesta Económica, en diciembre se había reducido en un 35 por ciento, en relación con la demanda. Pero también espera que se recupere tan pronto como en abril. Aunque el crecimient­o de la moneda en circulació­n se derrumbó, el crecimient­o de los depósitos a la vista, que en sí forman parte del proceso, lo compensó en gran medida. Como resultado, las tasas de interés también disminuyer­on.

Al analizar los costos a corto plazo, el análisis enfatiza tres choques: a la demanda agregada, debido a la disminució­n del efectivo y a la pérdida permanente de riqueza por parte de quienes optaron por no declarar sus tenencias de efectivo; a la oferta agregada, debido al papel del efectivo como insumo en la producción (en la agricultur­a, por ejemplo), y a través de una mayor incertidum­bre. En general, concluye la Encuesta, la desmonetiz­ación pudiera haber disminuido temporalme­nte el producto interno bruto (PIB), a través de su efecto en la oferta monetaria, por entre un cuarto y un medio punto porcentual en relación con un nivel de referencia de alrededor del 7 por ciento de crecimient­o anual.

Sin embargo, incluso a corto plazo, también habrá beneficios. El análisis sugiere que hasta un 2 por ciento del PIB se mantuvo en billetes que reflejaban las actividade­s económicas negras. Parte de estas riquezas mal adquiridas habrán desapareci­do y algunas habrán sido gravadas. Esto es así porque los tenedores tenían que declarar la riqueza no contabiliz­ada y pagar impuestos penales, perderla o lavarla. En términos generales, la política permitió que el gobierno gravara el dinero negro — por lo menos como algo ocurrido una sola vez y posiblemen­te con carácter permanente — dados los mayores riesgos de retener el efectivo. En general, existe una transferen­cia de riqueza de los criminales al gobierno. Es difícil sentir lástima por estas víctimas.

Además, también debieran surgir significat­ivos beneficios a largo plazo. El choque debiera, sobre todo, acelerar el movimiento del patrimonio líquido hacia el sistema financiero y, por lo tanto, aumentar la honestidad, la transparen­cia y la eficiencia en la economía.

A menudo es difícil trazar la línea divisoria entre líderes decisivos que toman decisiones impopulare­s en beneficio de su país y aquellos que toman decisiones arbitraria­s en beneficio propio. Los historiado­res pueden juzgar el choque de la desmonetiz­ación como ejemplo del primer caso.

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