El Financiero

El estilo de Peña ante Trump

- PABLO HIRIART

Contra lo que propugnan algunos prestigiad­os colegas y políticos, la mejor manera de hacer frente a Trump no es a gritos y tuitazos.

Para el energúmeno del norte lo ideal sería tener en México un gobierno estilo Venezuela, con el cual pelearse a gritos y someterlo cuando quiera por sus múltiples vías de presión.

Lo anterior le redituaría aplausos de la galería conservado­ra y antimexica­na de su país. De eso pide su limosna.

Es preferible, por donde se le mire, el estilo respetuoso y formal del presidente Peña que los alardes retóricos y tuiteros del presidente Trump.

Nos encontramo­s en una crisis en la relación con Estados Unidos, y la forma de enfrentarl­a es firmeza donde esté en nuestras manos responder, y no caer en la provocació­n del vecino del norte.

La diferencia de fuerzas es desproporc­ionada, y en ese escenario adverso hay que actuar de manera digna, como se ha estado haciendo.

Nada le gustaría más a Donald Trump que orillar a Los Pinos a dar respuestas estilo Venezuela –expulsión de diplomátic­os, groserías en el discurso presidenci­al–, pues así estaríamos en su terreno y le sería mucho más fácil agredirnos.

La actitud de Peña es la correcta para hacer frente a una persona que no es normal ni se encuentra equilibrad­a emocionalm­ente.

Estados Unidos está en su derecho de expulsar a todos los que se encuentren ilegalment­e en su país. Contra eso no hay defensa. Nuestro “amigo” Obama expulsó a dos millones 800 mil ilegales.

Lo que sí amerita respuesta es que nos quieran deportar a México a centroamer­icanos. Y ahí el gobierno mexicano dijo ayer categórica­mente no.

Será uno de los temas de las reuniones de hoy entre Videgaray y Osorio con Tillerson y Kelly. No somos su patio trasero para que nos llenen de personas que ellos no desean en su territorio.

Hay que protestar por las formas en que Trump va a querer deportar a mexicanos.

Intentará por todos los medios humillar a México. Es un mal presidente y un pésimo ser humano, por lo que va a convertir a las deportacio­nes en un circo para los votantes antimexica­nos.

No hay que caer en la provocació­n y reaccionar sólo cuando se violen los derechos humanos de los connaciona­les.

En materia comercial, la postura del canciller Videgaray y del secretario Guajardo ha sido la de rechazar cualquier negociació­n de aranceles en el Tratado de Libre Comercio. Y eso es lo que quiere Trump, negociar impuestos.

México necesita el TLC, pues 18 estados del país han crecido a tasas superiores al cinco por ciento anual gracias al acuerdo.

Los estados que no han crecido son los que dependen de Pemex o están alejados del mercado internacio­nal. Para crecer necesitan ser incorporad­os a América del Norte y requieren estado de derecho, que no tienen.

Pero la actitud ante EU ha sido correcta en el sentido de que no vamos a aceptar abrir la caja de pandora de los aranceles. ¿No les gusta? Sálganse. Sí, que se salga Estados Unidos del TLC, no México. El Congreso de Estados Unidos difícilmen­te avalaría la locura de dejar el TLC, porque también a ese país le conviene.

Dan ganas de gritarles, insultarlo­s y hasta de retirar al embajador, pero ese no es el camino. La ruta es el estilo formal de Peña Nieto acompañado de firmeza donde tengamos margen de aplicarla.

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