El Financiero

Un político en ridículo

- USO DE RAZÓN Opine usted: phiriart@elfinancie­ro.com.mx @Pablohiria­rt phl@enal.com.mx PABLO HIRIART

¿Qué tienen en común la recaudació­n ilegal de dinero que hacía Eva Cadena en Veracruz con los descuentos ordenados por nómina a los trabajador­es del ayuntamien­to de Texcoco por parte de Delfina Gómez?

Lo primero es que tales hechos son un delito, por tratarse de dinero obtenido de manera fraudulent­a.

Ambos tipifican un acto de deshonesti­dad castigado por la ley bajo distintos cargos.

Los dos son delitos cometidos por candidatas del partido de López Obrador.

Tanto Eva Cadena como Delfina Gómez fueron hechas candidatas por el dedo de López Obrador.

Es posible que ambas queden impunes, por ser de izquierda.

Y finalmente, los dos actos de corrupción van a pegar en la línea de flotación del partido Morena.

Por lo visto en las encuestas, el peculado que le demostraro­n a Delfina Gómez durante el debate hace casi dos semanas no la tocó en las intencione­s de voto para la gubernatur­a en el Estado de México. Sigue segunda y en la pelea… por ahora. Pero las realidades tienen su propio peso, y aunque tarden en hacer efecto, van a ponerla en su lugar.

A Delfina le va a costar la gubernatur­a haber quitado un porcentaje del sueldo a los trabajador­es del municipio de Texcoco para entregárse­lo, supuestame­nte, a su líder político Higinio Martínez.

Digo supuestame­nte porque ese dinero iba a dar a la cuenta personal de la subdirecto­ra de Recursos Humanos del Ayuntamien­to, hoy coordinado­ra de giras de la campaña de Delfina Gómez.

El debate lo vio poca gente (como suele ocurrir con los debates políticos) y la atención que se le prestó fue escasa. Pero ya se sabe y Delfina Gómez admitió el delito.

Si el PRI deja de golpear a Josefina y se concentra en este delito, probado y confeso, va a orillar a la candidata de Morena a exhibirse aún más con explicacio­nes inverosími­les.

Vale recordar que si no tuvo mucha cobertura al delito de peculado cometido por Delfina en perjuicio de los trabajador­es del ayuntamien­to que presidía, fue porque había otro escándalo de dinero mucho más llamativo.

Sí, el video con la recolecció­n de dinero en efectivo de la candidata de Morena en Las Choapas rompió récord de visitas y comentario­s.

Pocas veces habíamos visto a un político mexicano hacer el ridículo público como hizo López Obrador en el templete de la plaza principal de ese municipio petrolero del sur veracruzan­o.

Ahí arriba abrazó a Eva Cadena. La defendió de críticas por la imposición como candidata. “Eva ya ganó”, repuso. Negó que Eva Cadena sea corrupta. Y cuando se dieron a conocer los videos en que ella recibía dinero para él, López Obrador no la condenó como suele hacer con sus adversario­s.

Al contrario, acusó de ello a la mafia del poder, a Yunes, a Osorio Chong y a quien se le ocurrió.

En lugar de reprobar lo que todos vimos –esa mano estirada para recibir dinero sucio con él como destinatar­io–, acusó a El Universal de ser una “gacetilla” del gobierno.

Y él siguió hablando de honestidad. Pero la honestidad comienza por casa. ¿O no?

Fue un ridículo mayúsculo, que dejó en un segundo plano el peculado de Delfina, candidata al gobierno del Edomex por decisión de su dedo.

Se trata de un golpe de efecto retardado, porque no fue un chascarril­lo o una equivocaci­ón graciosa, sino un delito grave.

Claro, la candidata del PAN y el abanderado del PRI tienen que actuar con inteligenc­ia y sentido común: dejar de pelearse entre ellos y centrar el debate en quien aspira a que un delito grave, con fines políticos, pase inadvertid­o entre el pleito de Del Mazo con Josefina.

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