La policía
titánica para un partido que apenas tiene un año de existencia sin representantes en ninguna de las cámaras ni tampoco en las instancias de decisión de las regiones o ayuntamientos.
Aunque las primeras encuestas de opinión otorgan a los candidatos de “La República en marcha”, como se llamará el nuevo partido de Macron, entre un 24 y un 26 por ciento de los votos, (entre 249 y 286 diputados), no lograría la mayoría absoluta por lo que tendría que buscar alianzas a la izquierda y derecha, sobretodo porque lo que se le viene encima es la Asamblea Nacional más atomizada de la historia reciente de Francia.
La segunda fuerza del hemiciclo sería el partido conservador de Los Republicanos, del expresidente Nicolás Sarkozy, con el 22 por ciento de los votos (entre 200 y 210 diputados), seguidos muy de cerca por el Frente Nacional de Marine Le Pen, con el 21 por ciento (entre 15 y 25 diputados), la izquierda radical de Jean-luc Mélenchon con el 14 por ciento de los escaños y los socialistas, con el 8 por ciento de los votos, (entre 28 y 43 diputados).
De hecho, una victoria del centro-derecha, cuya campaña parlamentaria estará liderada por el senador François Baroin, obligaría a Macron a designar a un primer ministro de ese partido --previsi- blemente el propio Baroin-- y a consensuar y negociar con esta mayoría sus proyectos y medidas. El problema es que Baroin ha adelantado que no está dispuesto a formar una alianza con el centrista.
Aunque Macron, quien renunció ayer como líder de En Marcha!, parece tener más fácil el respaldo de los socialistas por su pasado como ministro de François Hollande y el respaldo que ha recibido de algunos dirigentes de ese partido, entre ellos el exprimer ministro Manuel Valls, no parece que el Partido Socialista puda ofrecerle un gran apoyo parlamentario, ya que sólo obtendría entre 28 y 43 escaños, muy lejos de los 295 con los que actualmente cuenta.
Más allá de los comicios legislativos, el presidente electo más joven de Francia, de 39 años, deberá, además, mostrar suma habilidad para manejar a una sexta economía mundial estancada y aquejada por un desempleo del 10 por ciento, la exigencia para resolver el problema de la inmigración y la amenaza del terrorismo.
El centrista deberá enfrentar, también a los trabajadores que prometen hacer oír su descontento con el nuevo código laboral y volver a manifestarse contra esa reforma, la más importante adoptada por Macron durante los dos años como ministro de Economía de Hollande.
de París desalojó ayer la principal estación de trenes en busca de tres presuntos terroristas.