¿Qué riesgo corro en mis inversiones?
Hay una tendencia a simplificar el papel de inversionista; es fácil pensar en que somos “clientes” y creemos que quien atiende es experto en la materia; te informará del funcionamiento del instrumento elegido; además de explicarte los riesgos en los cuales incurres. Ojalá me equivoque, pero la mayoría de las veces es un “promotor” que vagamente conoce el mercado.
De seguro has escuchado el término de “intermediarios” como sinónimo de las instituciones y es porque están “en medio” de quien posee el capital y los que necesitan financiamiento; por lo tanto, el riesgo dependerá del destino de nuestro dinero.
Los bancos y cajas de ahorro prestan a empresas y particulares para diversos objetivos. Por eso, la calidad de la cartera es importante para evitar un problema de insolvencia, como pasó con la crisis en México de 1994, y la de Estados Unidos en 2008.
La cobertura de los bancos es el equivalente a 400 mil UDIS, mientras que en las cajas de ahorro están protegidos por otro fondo por el equivalente a 25 mil UDIS, pero solo las supervisadas por la CNBV.
Es básico saber en dónde depositamos y revisar el contrato del instrumento para identificar el riesgo, sobre todo porque aunque vayas a un banco pueden ofrecer servicios bursátiles al ser grupo financiero.
En el caso de la deuda soberana como la contraída a través de Cetes es más segura al ser respaldada por el gobierno; sin embargo, recordemos que en países como Grecia o Rusia han llegado a dejar de pagar.
Si adquirimos acciones, se trata de un financiamiento a una compañía cuando se hace la emisión primaria y luego la comercialización de ese título estará en función de sus expectativas futuras, por eso el precio varía y son posibles las pérdidas o ganancias.
Además de entender los mercados, es fundamental también tener la confianza en la institución y delimitar qué tanta discrecionalidad tienen sobre nuestros recursos.
Incluso en los bienes raíces existe riesgo, como la probabilidad de que pierda valor por efectos naturales o el efecto de la inseguridad. Los antídotos son dos: 1.- Diversificación, que significa simplemente no poner todos los huevos en la misma canasta y destinar el patrimonio en opciones con diferentes rendimientos y riesgos.
2.- Conocer en qué nos estamos metiendo y con la claridad de qué pasa si algo se aleja de lo previsto.
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