El Financiero

Carstens y Peña: la tentación del doble dedazo

- SERGIO NEGRETE CÁRDENAS

snegcar@iteso.mx

Twitter: @econokafka Banco de México y el gobernador Carstens no se andan con medias tintas. El comunicado del banco central fue claro: las repercusio­nes del gasolinazo siguen, ahora vía ajustes a precios de autotransp­orte, aparte de ciertos incremento­s en precios agropecuar­ios. La inflación se mantiene al alza, y en 5.8% casi duplica la meta oficial del Banxico. La respuesta monetaria ayer fue ruda y a la cabeza: otro cuarto de punto a la tasa de interés objetivo, llevándola a 6.75 por ciento. Si se considera que a fines de 2015 estaba en 3.0 por ciento, el apretón monetario es brutal.

Porque además abunda la incertidum­bre. La amenaza por parte de Trump de decretar la salida del TLCAN causó pánico (por suerte breve). Un berrinche del Jefe Cheeto, más ahora que sus acciones lo acorralan, puede llevar a una locura. Quizá no apretar los códigos nucleares, pero sí firmar el fin del Tratado (aunque la acción podría ser frenada en el Congreso). Y además están muchos otros inesperado­s, como hoy lo muestra el caso del Brasil. Por el desplome cambiario carioca en parte se explica la pérdida del peso frente al dólar ayer.

Por todo ello, el incremento en la tasa debe ser aplaudido. Encarecerá los créditos, reducirá la inversión y el consumo, y con ello desinflará la demanda en la economía. El dolor de corto plazo es necesario para alcanzar lo importante: regresar la inflación a los niveles de la banda objetivo del Banco de México (de 2 a 4 por ciento).

La acción decidida por la Junta de Gobierno del Banxico muestra, de nuevo, la relevancia de un banco central autónomo. El Gobierno Federal está arrinconad­o y desprestig­iado, su popularida­d por el suelo. Agustín Carstens sin duda destaca por la posición de respeto, incluso popularida­d, que disfruta. Pero su partida a fines de año coincidirá con el dedazo que el presidente Peña Nieto dará para designar al candidato del PRI a la presidenci­a (quien probableme­nte no será su sucesor en Palacio Nacional).

La tentación para Peña de hacer un enroque político que lleve a un miembro del Gabinete al Banxico será demasiado fuerte: una buena chamba garantizad­a hasta fines de 2021. Un doble dedazo, con el segundo ofreciendo un cargo seguro sin pasar por una campaña electoral. La aprobación de Paloma Merodio como vicepresid­ente del INEGI mostró que Peña tiene en el Senado la mayoría necesaria para poner al frente del banco central a una persona inconvenie­nte.

Un gobernador con la sombra de la política no sería positivo para el Banxico, esto es, una persona con sólidas credencial­es en economía, pero que nunca haya laborado en el propio banco. Un Peña Nieto al que parece importarle cada vez menos el desprestig­io de un nombramien­to (de nuevo, el caso Merodio lo muestra claramente) bien puede dejarse llevar por la tentación de dar un doble dedazo. Sería un legado problemáti­co, pero al paso que va el gobierno peñista, uno entre muchos.

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