¿Por qué matan a los periodistas?
Sería grave, muy grave pensar que el gremio periodístico quiere lo que ningún otro grupo de profesionales: seguridad en su integridad y respeto a sus tareas. ¿Por qué los médicos no lo piden, ni los abogados, ya que entre tantos asesinados, hay un buen número entre ellos?
Es cierto, en la actualidad hay una generación de periodistas con mayor preparación que antaño, sin embargo, nombres como Ricardo Garibay, Daniel Cosío Villegas, Miguel Ángel Granados o Vicente Leñero, no abundan. También es cierto que gracias a la tecnología que ha dado lugar al internet, hay un auténtico ejército de falsos comunicadores, encargados de difamar y de hacer un escándalo de meras trivialidades. ¿Merecen algún tipo de privilegio? No es fácil distinguir pero sí lo es cuando se comparan contenidos y trayectorias. Aun así, preguntémonos, ¿por qué se mata a los periodistas que tienen como área de exploración, investigación y trabajo a los criminales, narcos y también autoridades? La respuesta acude con rapidez: por dar a conocer hechos que involucran en ilícitos tanto a particulares como a ciertas autoridades. Recordemos cómo el periodista Manuel Buendía fue sacrificado por un tal José A. Zorrilla, quien fuera director de Seguridad en la Secretaría de Gobernación, cuyo titular era Manuel Bartlett. El columnista estaba a punto de dar a conocer un arreglo entre narcos y autoridades. Por eso se liquidan a ciertos periodistas y el número es creciente en virtud de que los arreglos entre asesinos y gente de gobierno crecen en cifras vertiginosas. Nosotros mexicanos que tanto bien hablábamos de la democracia norteamericana antes de que Trump llegara a la presidencia, debemos recordar cuál es el rol que desempeña el verdadero profesional de la información. Lo dijo con claridad James Madison, quien llegó a ser el cuarto presidente de los Estados Unidos pero antes, como padre fundador, asumió la coordinación y de hecho la redacción de la constitución de aquel país. Puso como primer capítulo a la libertad de expresión pues consideró que sin ese precepto, los demás derechos y obligaciones carecían de sentido. De ese tamaño puso a lo que rápidamente se conoció como Cuarto Poder, es decir, una entidad ajena a los poderes gubernamentales con la autonomía y la capacidad de analizar, criticar y hasta recomendar las vías que se deben recorrer para tener un gobierno sano, estable y eficiente.
En cada fechoría los criminales afectan directamente al profesionista y a su familia, pero también rasgan la credibilidad y confianza en los gobiernos locales y federal. De ahí que los propios reporteros que cubren la fuente de Presidencia, se encuentren heridos y molestos al punto de reclamar directamente en Los Pinos al presidente Peña, a su gabinete y a los gobernadores
Reclamo en Los Pinos Reporteros que cubren la fuente de Presidencia se encuentran heridos y molestos al punto de reclamar directamente en Los Pinos.
Si no pueden... Si no pueden resolver los casos, ¡renuncien a esos puestos! No se ha dado un solo caso y continúa la indolencia e irresponsabilidad.
la falta de eficacia en esas atrocidades.
¿Se puede proteger a un reportero en una guerra? Y eso es lo que sucede aquí en nuestro país donde las mafias del narco y sus derivados cometen toda suerte de negocios sucios y de asesinatos todos los días. ¿Cómo blindar a quien se mueve entre intereses tan hediondos y tiene la aspiración de hacerlos públicos en la tribuna que puede?
El asunto tiene tantas facetas como un diamante; no se puede corregir una de ellas sin que se afecte al todo y ese todo tiene la dureza de esa piedra. Se requiere no una reforma sino una transformación, de hecho una mutación que nos lleve a concebirnos de otro modo. Y eso lleva acciones concretas… y tiempo. En este rubro, lo que irrita es la omisión fundamentalmente de ciertos gobernadores que prácticamente en sus narices se han dado secuestros y muertes sin que ofrezcan resultados. Sus declaraciones son evasivas en todos los casos con una inusitada falta de autocrítica. Ha sido preciso que un ciudadano, Alejandro Martí, les haya dicho, desde hace años, que si no pueden resolver los casos, ¡renuncien a esos puestos! No se ha dado un solo caso y continúa la indolencia e irresponsabilidad.
¿Qué podemos esperar? Mientras el hampa continúe robando gasolina en la forma inaudita que lo hace, los secuestros y los cobros de piso, así como toda suerte de venganzas sangrientas diarias, será extremadamente complejo proteger a periodistas, columnistas y reporteros gráficos. De la impunidad, los criminales han hecho su sello de garantía.