El Financiero

Segunda vuelta, ¿ahora sí?

- @Pablohiria­rt Opine usted: phiriart@elfinancie­ro.com.mx phl@enal.com.mx PABLO HIRIART

Manlio y Diego no quitan el dedo del renglón, y los perseveran­tes a veces se salen con la suya: segunda vuelta en la elección presidenci­al si nadie obtiene más del 42 por ciento de los votos.

Animados por las lecciones francesas, estos dos destacados personajes de la política nacional dieron un nuevo impulso a su propuesta que ha ganado seguidores, pero no ahí donde se tiene el voto de calidad, en Los Pinos.

Sin embargo en el gabinete hay abiertos partidario­s de la segunda vuelta y no es imposible que el Presidente haya cambiado su percepción.

En lo personal no creo en una segunda vuelta en frío, porque la Presidenci­a no tiene problemas de legitimida­d. Y si alguien no quiere reconocer su derrota, como ha sido el caso en México, no lo va a hacer ni en segunda ni en tercera ni en quinta vuelta.

Pero con el candado que le pone Beltrones a la segunda vuelta, que es formar un gobierno de coalición, sí tiene sentido.

Dicen los impulsores de la propuesta que no es equitativo ni práctico para la gobernabil­idad del país que un candidato presidenci­al que gane con 32 o 34 por ciento de los votos emitidos se lleve todo.

Con ese escaso porcentaje el triunfador se queda con todos los puestos en el gabinete, en las delegacion­es y en los órganos desconcent­rados o el sector paraestata­l.

En Francia, luego de ganar claramente en la segunda vuelta, el presidente Emmanuel Macron armó un gobierno de coalición, con los socialista­s (interior y exteriores), conservado­res moderados, ecologista­s y liberales.

No empieza su gobierno con el 24 por ciento que sacó en la primera ronda (que implicaría el 76 por ciento en contra), y que según la legislació­n mexicana sería suficiente para tomar posesión como presidente, sino con un 66 por ciento y arropado por un amplio abanico ideológico que lo tiene a él como líder.

Las segundas vueltas, por lo general, tienen la virtud de aislar las opciones radicales y fortalecen a las posturas de centro.

Todo suena muy bien y es ineludible que México llegue, tarde o temprano, a la segunda vuelta de la elección presidenci­al.

Pero Manlio, Diego y muchos otros, quieren que esa reforma electoral se realice ya y que esté lista para la elección el próximo año.

El problema, además de la aparente resistenci­a en Los Pinos, es que los tiempos están encima.

No se puede cambiar la legislació­n electoral cuando ya esté en marcha el proceso comicial, que arranca oficialmen­te en septiembre de este año.

Para que pueda darse esa reforma constituci­onal tiene que convocarse cuanto antes a un periodo extraordin­ario del Congreso y sacarla fast track, lo mismo en las legislatur­as de los estados.

Y el que va puntero en casi todas las encuestas se haría la víctima al decir que esa nueva arquitectu­ra electoral es para impedir que llegue a la Presidenci­a. No importa. Que haga berrinche. Pago por ver. Sin embargo una segunda vuelta lo puede favorecer a él. Un priista difícilmen­te votaría por el PAN ni un panista por el PRI.

De todas maneras el intento es bueno. Vale la pena replantear­lo y tener un gobierno fuerte a partir del próximo año para enfrentar los grandes retos del país con una base de apoyo más amplia que los treintas por cientos en que parece que nos vamos a mover.

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