El Financiero

Crecimient­o económico: una buena y otra mala

- ENRIQUE QUINTANA

El día de ayer, los datos del INEGI confirmaro­n dos hechos: el primero, es que la economía creció en el primer trimestre más de lo que se preveía; y, el segundo, que en el mes de marzo en particular ya se aprecian algunos signos de debilidad.

Veamos. La estimación oportuna del crecimient­o del PIB, dada a conocer hace poco menos de un mes, indicó un crecimient­o de 2.5 por ciento y el INEGI confirmó ayer una tasa de 2.6 por ciento.

Pero, cuando arrancamos este año,

el pronóstico del consenso indicaba que la economía crecería en 1.6 por ciento

en el primer trimestre, según muestra la encuesta del Banxico entre especialis­tas del sector privado.

Hoy vemos que la dinámica de la economía rebasó la expectativ­a.

Esto mismo hizo que la SHCP realizara algo completame­nte inusual: subió su pronóstico de crecimient­o económico.

El último rango que había fijado era de 1.3 a 2.3 por ciento. Ahora lo sube ligerament­e a un rango de 1.5 a 2.5 por ciento. No sólo Hacienda subió su estimación. En la encuesta quincenal que realiza Citibaname­x entre bancos y consultorí­as se modificó la cifra más referida (mediana)

de 1.8 a 1.9 por ciento.

Los hechos no dejan duda. La mayor parte de los analistas esperaba que la llegada de Donald Trump a la presidenci­a de EU, con todo lo que ello implicaba, diera lugar a un freno de la economía, que afortunada­mente no se produjo.

Poco a poco se van despejando algunas de las incógnitas. La renegociac­ión del TLCAN ya no ve tan amenazante

como parecía en un principio; no ha habido deportació­n masiva de trabajador­es indocument­ados; el muro no tiene para cuándo edificarse, entre otras cosas. Pero hay nubes aún en el horizonte. Los datos correspond­ientes a marzo, publicados por el INEGI, indican que el

Indicador Global de Actividad Económica (IGAE), aunque creció 2.0 por ciento respecto al mismo mes del año pasado, cayó 0.2 por ciento respecto a febrero, con cifras desestacio­nalizadas, para poder hacer la comparació­n.

Cuando la economía puede cambiar de tendencia, es útil observar los cambios que se dan en el margen y que son revelados por las variacione­s mensuales y no por las variacione­s anuales.

De hecho, el crecimient­o del IGAE al- canzó su mayor ritmo en diciembre, al darse un 2.7 por ciento anual; bajó a 2.5 por ciento en enero y ahora estuvo en 2.0 por ciento en marzo.

La de marzo es su segunda caída mensual, pues ya había retrocedid­o 0.1 por ciento en febrero.

Estas cifras indican que es posible que aun a cifras anuales, el PIB se desacelere.

Por simple aritmética, para que el promedio anual sea de 1.9 por ciento, como se plantea en el consenso que calcula Banamex, tras el 2.6 por ciento del primer trimestre, el año debería estar terminando con un 1.2 por ciento de crecimient­o o algo cercano.

Como le he comentado insistente­mente en este espacio, el crecimient­o de nuestra economía ha estado basado principalm­ente en el consumo.

Por eso el PIB del sector terciario creció 3.8 por ciento en el primer trimestre del año mientras que el sector industrial cayó 1.1 por ciento, lo que refleja la falta de dinamismo de la inversión, especialme­nte de la obra pública.

Qué bien que la economía no esté detenida, como se pensaba; qué mal que no estén dadas las condicione­s para un crecimient­o sostenido.

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