El Financiero

De nuestros clasismos

- AUTONOMÍA RELATIVA JUAN IGNACIO ZAVALA

Siempre se ha hablado de nuestro racismo, de nuestro arraigado clasismo. Nuestro desprecio por el otro, por el que suponemos inferior, por el que tiene origen humilde, por el que no se sabe desenvolve­r. En las últimas semanas me han llamado particular­mente la atención dos ejemplos en este tema. Comienzo por la “Maestra Delfina”, candidata de Morena a gobernar el Estado de México. Se trata de una mujer de origen modesto. Es maestra de profesión y fue directora de una escuela. Hasta donde sé, fue catequista y trabajó en una iglesia. Es una mujer soltera, de comunidad. Creo que ha sido víctima de sus compañeros de partido, malandrine­s vividores que aprovechan la ingenuidad y buena fe de la señora para llevar agua a su molino y dinero a sus bolsillos. Uno de esos abusadores es Andrés Manuel, que desde un principio le impedía expresarse, pues no la fuera a regar la maestra.

Pero más allá de eso no me ha dejado de sorprender las múltiples y numerosas expresione­s de clasismo alrededor del origen y vida de Delfina (no diferentes en número y multiplici­dad a los mensajes de odio que promueve la gente de AMLO). Desde la mofa de su nombre hasta su arreglo personal. En un país en el que una minoría es la que sabe expresarse con propiedad, las burlas se dejan caer porque la maestra dice “nadien”, por ejemplo. Conozco personas con doctorados que sale en la televisión y dicen “fuistes, “dijistes”, sin que nadie se burle de ellos; su “superreque­tebien” se convirtió en una marca. Se entienden los chistes y los memes –son parte de la propia campaña política–, pero lo que se deja notar es el desprecio por la condición de la señora. Me daría horror que con su ingenuidad gobernara el Edomex –aunque también me lo da un corruptazo como Del Mazo–, pero eso no la hace menos que a quienes se sienten preparados y educados. En el colmo, la candidata independie­nte, Teresa Castell, exhibió una foto de Delfina cuestionán­dola porque un día se arregló en un salón de belleza e invitando a la burla con la foto. Es lamentable. Parece que en México unos a otros nos vemos para abajo.

Otro caso llamativo es uno que tuvo decenas de miles de vistas en las redes sociales. Se trata del video de una mujer apodada Lady Heraclia (https://www.youtube. com/watch?v=up62v--am2c) Es pavoroso. Es una mujer afuera de un vagón del metro insultando a otra mujer que, se puede suponer, le bajó el novio. Ella, la lady, es objetivame­nte espantosa. Viste una playera de la que asoma una panza enorme y lleva unos mallones negros. Los insultos comienzan: “Fea, pinche fea ¿no te has visto en un espejo?” Las palabras van intercalad­as con señas obscenas y hay imágenes francament­e grotescas. “Heraclia, pinche Heraclia”. Aquí no sé si Heraclia es un nuevo insulto o si así se llama quien es objeto del insulto. “Cardiaca, pinche cardiaca”. Tampoco entendí si hacía alguna referencia a alguna afectación de la agredida. La lady toma algo de vuelo y lanza un gargajo que entra al vagón para comenzar con más insultos, pues ya tiene más coraje: “Pinche Benita Juárez, ¿no te has visto en un espejo?” Vuelve a tomar vuelo y suelta otro escupitajo desde el andén, que al parecer da en el objetivo pues se oyen unos gritos. Y sigue el insulto: “pinche fea, oaxaqueña, pinche oaxaqueña”. Un policía se acerca y se cierran las puertas del vagón. Como se desprende, la cima del insulto fue decirle oaxaqueña.

Este también es el México del siglo XXI.

Opine usted: zavalaji@yahoo. com @juanizaval­a

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