Seguridad Nacional: conceptos a revisión
El terrorismo se ha instalado, indiscutiblemente, como la principal amenaza a la Seguridad Nacional de una gran cantidad de países, lo mismo en aquellos con alto grado de desarrollo que potencias medias ofreciendo un reto mayúsculo a los Estados y a sus aparatos de seguridad e inteligencia.
La sucesión de ataques en Europa:parís, Niza, Londres, hasta los más recientes en Manchester y Minia, Egipto, dan cuenta de una dinámica ascendente en la actividad terrorista que suma nuevos y eficaces modos de acción a través del ciberespacio.
La principal ventaja de que gozan las organizaciones terroristas es su libertad de acción que, en un mundo interconectado, les facilita una gran dispersión, evolución, anonimato y refugio a la luz del día, para operar cuando y donde lo decidan, sin ofrecer frentes definidos. Mientras tanto, los aparatos de seguridad, quedan sujetos a restricciones de carácter legal, estructural y funcional, que hace más lenta su adaptación y por tanto su eficaz acción preventiva.
La tradicional doctrina de Seguridad Nacional, surgida tras la Segunda Guerra, ha debido adaptarse a la mutación de las amenazas durante las últimas dos décadas, pero evidentemente no lo ha hecho al ritmo del cambio ni de manera proactiva. La función inteligencia, que en teoría debe ser el corazón de la seguridad, se desarrolla bajo parámetros ancestrales, monopolizada por el Estado, burocratizada y con una reactiva adaptación a un entorno dominado por el avance tecnológico, cada vez más abierto y cercano a la sociedad.
Si bien es cierto que sigue siendo el Estado el ente estructurador de la convivencia social, también lo es que ya no cuenta con la supremacía y las capacidades del viejo Leviatán para determinar los destinos de las naciones y requiere de la integración de nuevos y potentes actores privados y sociales.
En suma, es necesario repensar las doctrinas de Seguridad Nacional, bajo las nuevas realidades líquidas de un mundo altamente complejo.