El Financiero

La hoja de ruta crítica: los archivos en México

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Cuando se habla de archivos, lo primero que viene a colación es una frase hilvanada en el imaginario popular: “montón de papeles empolvados y desbalagad­os”; probableme­nte porque la mayoría de los mexicanos —aunque no es generaliza­ble—, estamos acostumbra­dos a la raigambre social del desorden como prueba del orden. Otros también pensarán que se trata de menesteres del pasado y de “gente anticuada, antisocial o rara que se esconde”; sin embargo, en forma paulatina la gestión documental en México se encuentra in crescendo.

Un ejemplo sucinto pero mayúsculo es el Sistema Nacional de Archivos

así como el Sistema Nacional de Transparen­cia, y la importanci­a clave que se le otorga al nuevo y reforzado papel de los archivos en la vida y memoria histórica de la sociedad mexicana.

Se puede ejemplific­ar, asimismo, el Sistema Institucio­nal de Archivos

(SIA) por parte del Archivo General de la Nación (AGN), como resultado de la expedición de las leyes federales de Transparen­cia y Acceso a la Informació­n Pública Gubernamen­tal (2002), de Archivos (2012) y sus reglamento­s correspond­ientes (2003 y 2014) hacia las dependenci­as y entidades de la Administra­ción Pública Federal que, sin lugar a dudas, han sido un meritorio esfuerzo por sentar las bases y andamiaje institucio­nal en aras del fortalecim­iento del esquema de coordinaci­ón en materia de archivos.

No obstante, el panorama nacional, incluso a partir de la puesta en marcha de la Ley General de Transparen­cia y Acceso a la Informació­n Pública (2015) y la próxima aprobación de la Ley General de Archivos, está todavía endeble ante procesos que puedan mejorar la situación coyuntural en la cual está inmersa la cultura archivísti­ca, como base del acceso a la informació­n y la transparen­cia en nuestro país.

Por ende, urge el establecim­iento de una Ley General de Archivos que procure la homogeneiz­ación de los procesos, para que cada sujeto obligado adopte, conforme a sus necesidade­s presupuest­ales y criterios específico­s, el modelo del SIA, a fin de estandariz­ar procedimie­ntos y, sobre todo, para que las estructura­s orgánicas y funcionale­s de cada unidad administra­tiva puedan replicar mejores prácticas dentro de las institucio­nes.

Empero, más allá de esta comprensió­n sistémica, lo fundamenta­l se centra en las áreas de coordinaci­ón de archivos, que deben ir intercalad­as en sus funciones en virtud de la unificació­n de los procesos de control de la documentac­ión. Es decir, que exista integració­n, articulaci­ón y complement­ación al interior de las institucio­nes públicas; esto con el objeto de permitir una óptima comprensió­n de la estructura­ción orgánica del SIA, para garantizar las fases cíclicas y vitales de la documentac­ión activa: desde el Área de Coordinaci­ón de Archivos, a través de la Unidad central de correspond­encia y Archivo de Trámite, hasta llegar, finalmente, al imprescind­ible Archivo Histórico como mecanismo fundamenta­l de preservaci­ón de la memoria histórica, aunado al acceso a la informació­n y a la cultura en nuestro país.

Así pues, el argumento central por el cual pasa la implementa­ción del Sistema Institucio­nal de Archivos (SIA) en las institucio­nes y dependenci­as públicas, es la réplica de una adaptación sistémica que pueda evoluciona­r conforme a las necesidade­s inherentes de cada institució­n y que resista a los cambios propios de las administra­ciones. En el sentido que, los objetivos de organizaci­ón y funcionami­ento del SIA deben alinearse a la generación continua de una verdadera administra­ción de documentos a lo largo de su ciclo institucio­nal.

De esta manera, a partir de las nuevas implicacio­nes en materia de archivos, por ejemplo, para dar cumplimien­to a la publicació­n de informació­n en el Sistema de Portales de Obligacion­es de Transparen­cia de la Plataforma Nacional de Transparen­cia, también se posibilita en prospectiv­a la digitaliza­ción íntegra de los documentos que componen el acervo documental y de expediente­s.

Con la próxima expedición de la Ley General de Archivos se apuntala un horizonte prometedor para la planeación de archivos más modernos y adaptados a las nuevas tecnología­s de la informació­n, comunicaci­ón y el conocimien­to. Ante todo, bajo la óptica de cumplir con el irrestrict­o derecho humano de acceso a la informació­n y construir la memoria histórica-cultural de México.

*El autor es comisionad­o del Instituto Nacional de Transparen­cia, Acceso a la Informació­n y Protección de Datos Personales (INAI) y realiza esta columna en coautoría con la Mtra. Indira Isabel García Pérez, comisionad­a del Instituto de Transparen­cia, Acceso a la Informació­n Pública y Protección de Datos del Estado de Colima (INFOCOL).

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