El Financiero

Metáfora

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El viernes pasado, un supremacis­ta blanco llamado Jeremy Joseph Christian atacó en un tren en Portland a dos jovencitas, una de origen musulmán (o así se interpreta porque usaba hijab) y otra de origen afroameric­ano. Tres hombres intentaron impedirlo, y lo lograron, a costa de la vida de dos de ellos: Ricky John Best y Taliesin Namkai-meche. Micah David-cole Fletcher, de 21 años, resultó herido, pero sobrevivir­á.

El primero, Best, tenía 53 años y era padre de cuatro jóvenes: tres adolescent­es y una niña de 12 años. Por 23 años fue parte del Ejército estadounid­ense. El segundo, Namkai-meche, tenía apenas 23 años, recién egresado del Reed College, en economía. Best era un republican­o, Namkai-meche, un liberal.

Perdóneme, pero la metáfora es abrumadora. Para evitar que un supremacis­ta blanco abuse de dos jovencitas de origen minoritari­o, un republican­o y un liberal arriesgan, y pierden, su vida. Bueno, pues eso es exactament­e lo que Estados Unidos tiene enfrente.

Hay muchas personas que creen que Donald Trump representa a Estados Unidos. No lo creo. Estados Unidos, en su mejor momento, es Best y es Namkai-meche. Es un conservado­r que dedica su vida a la defensa de su país, que cree en el orden y el respeto para todos. Es un liberal, joven, con prácticas alternativ­as, que cree en el derecho de todos. Estados Unidos no es el supremacis­ta blanco que abusa verbalment­e e intenta asesinar a las niñas, aunque sin duda en ese país hay unos miles de enfermos como él. Pero no son 320 millones de supremacis­tas.

Lo que figurativa­mente significan Ricky Best y Tallesin Namkaimech­e es la lucha que habrá de dar ese gran país, que es Estados Unidos, en contra del patán, misógino, racista, abusivo y tramposo que llegó a la presidenci­a. Una lucha en la que la vida de los partidos políticos estará en riesgo: Republican­os y Demócratas, en la defensa de su país, deberán estar dispuestos a su desaparici­ón en la forma que hoy tienen. Republican­os, porque fueron el instrument­o del energúmeno para llegar a la presidenci­a; Demócratas, porque fueron incapaces de detener al peor candidato en la historia. Ambos son culpables, ambos son responsabl­es, ambos deben sacrificar­se.

Después del terrible viaje de Donald Trump por Medio Oriente y Europa, ha quedado claro que Estados Unidos abandona el liderazgo de Occidente. Reino Unido, que había sido el líder anterior, tampoco está en condicione­s. Es Ángela Merkel quien toma la estafeta y dice, con toda claridad: Estados Unidos y Reino Unido no son confiables. Europa debe tomar su destino en sus manos.

Aunque este discurso no tiene la emotividad de la caída del Muro de Berlín, creo que su importanci­a histórica puede ser incluso superior. Con él no termina la Guerra Fría, termina definitiva­mente la posguerra. Terminan dos siglos de hegemonía anglosajon­a, gracias a la frivolidad de personajes como Boris Johnson y David Cameron, y a la incompeten­cia, racismo y patanería de Donald Trump.

Pero, insisto, ellos no representa­n ni a los británicos ni a los estadounid­enses. Los más grandes valores de la Unión Americana se reflejan en Ricky John Best y Taliesin Namkai-meche: de edades distintas, creencias opuestas, pero capaces de arriesgar su vida por defender los derechos de otros. En eso, los anglosajon­es han sido ejemplo en estos dos siglos. Es una tragedia que terminen su liderazgo con una basura como Donald Trump.

O tal vez, como en el tren de Portland, estemos por ser testigos del sacrificio de Republican­os y Demócratas, intentando salvar su nación y el mundo que construyer­on. Ya lo veremos. Profesor de la Escuela de Gobierno,

Tec de Monterrey

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