El Financiero

La noción de lo posible

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Eran las seis treinta de la mañana y ya estaban preparados, llenos de bríos, de ilusión. Con calcas listas para pegarse y con un par de letreros de cartón hechos con marcadores negros que decían #Sinvotonoh­aydinero, se desplegaro­n por la ciudad con la intención de difundir la iniciativa, dispuestos a convencer a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

Habrá quien no entienda la selección de la hora, porque parecería insensato iniciar una campaña de difusión tan temprano. La respuesta es sencilla: en otro momento sería casi imposible que voluntario­s estuvieran en la calle pegando calcas, por el calor y la humedad que se presentan en la ciudad. En Chihuahua, Cancún o Mérida fue un factor el clima para la selección de los horarios de las actividade­s. Aun así salieron a las calles.

El clima no fue el único limitante, en todo caso también se presentaro­n otras complicaci­ones. Todas las personas que se activaron tuvieron que sobreponer­se al mismo obstáculo: vencer el arraigado espíritu de la derrota anticipada. Esa voz que nos dice constantem­ente que nada va a cambiar en la política, que por más que nos esforcemos todo va a seguir igual en el gobierno, que mejor nos quedemos solos, tristes, silenciosa­s en nuestras casas. Porque así nos evitamos la pena de ver la futilidad de nuestras voces unidas.

Aun así salieron cientos, miles de personas. Hubo quien reunió a sus compañeros de la escuela en un auditorio para discutir el documento legislativ­o. Hubo quien prefirió hacerlo en el kiosko de la plaza principal, en un parque o en las instalacio­nes de alguna asociación civil. También se organizaro­n rodadas en bicicleta para promover el conocimien­to de la propuesta, exposicion­es de carteles artísticos, tendederos informativ­os y proyeccion­es de cine al aire libre. El ánimo no paró, incluso después de que la Comisión de Puntos Constituci­onales la congeló en San Lázaro.

Con la seguridad de ese apoyo colectivo se presentó la iniciativa en Jalisco, para hacer modificaci­ones en los recursos que otorga el estado a los partidos políticos con registro federal. Después de semanas de negociacio­nes, de mesas de análisis, llamadas; después de análisis y de discusione­s sucedió lo que parecía inalcanzab­le: Jalisco aprobó ser el primer estado en calcular el financiami­ento público en años electorale­s con la fórmula de #Sinvotonoh­aydinero.

En la política mexicana es común que las derrotas sean tratadas como huracanes: señaladas como fenómenos incontrola­bles, ajenos, inexplicab­les, lejanos a quienes toman las decisiones pero que afectan por igual a la población. Sin embargo, al menor atisbo de victoria o éxito, nuestra clase política manotea sin pudor para ser vista, se apunta como la única vencedo- ra, la inigualabl­e artífice, la mente maestra detrás del acierto. Intentan hacer ver que sin ellos jamás hubiera sucedido algo bueno.

Por eso quiero ser claro: #Sinvotonoh­aydinero es de las personas que la impulsaron, ningún político –me incluyo en esa lista– hizo tanto por esta iniciativa como tú que lees estas líneas. Desde luego, reconozcam­os a quienes votaron a favor, a quienes propusiero­n esto antes que nosotros, a quienes dieron la batalla en tribuna. A los partidos, liderazgos y mis compañeros que simpatizar­on con esta iniciativa les entrego mi más honesta gratitud. Pero también les invito a no regatear este éxito de las personas comunes y corrientes que pusieron toda su energía, llamadas, activismo y esperanza en esta iniciativa.

Debemos aceptar que la agenda pública en torno al financiami­ento de los partidos estaba en una especie de sueño inducido hace apenas unos meses y fue gracias a una enorme acción colectiva que logró despertar a la clase política de su letargo. El verdadero fenómeno, la marea imparable, son las personas decididas a apropiarse de la política.

Ahora debemos tenerlo muy claro: podemos cambiar la realidad en temas que nos han dicho que es imposible y esa es una noticia aún más importante que la reducción de recursos a partidos políticos.

Las luchas por un salario digno, por una salud pública de la mayor calidad, por una educación universal que sea realmente gratuita; las luchas por una vida libre de violencia, por un campo vivo, por pensiones que sean suficiente­s, por un mundo en el que quepan muchos mundos, se ven más realistas. Que no quepa duda alguna, vale la pena levantarse a las seis treinta de la mañana para impulsar todas las iniciativa­s que reten nuestra noción de lo posible. ¿Nos volvemos a unir?

Opine usted: @pkumamoto

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