USO DE RAZÓN
El PAN, una fuerte derrota
La derrota fue tremenda para Acción Nacional en las elecciones del domingo.
Perdieron porque su presidente, Ricardo Anaya, quiso ganar (para él) el 2018 antes de ganar el 2017.
El vergonzoso once por ciento que obtuvieron en el Estado de México, no fue culpa de Josefina Vázquez Mota, que hizo campaña al máximo de sus fuerzas.
No tuvo el apoyo de su dirigencia nacional, salvo el honroso caso de Santiago Creel que estuvo en las buenas y en las malas.
Ricardo Anaya anunció, a escasos días de la elección en Edomex, una alianza con el PRD… para las elecciones de 2018.
Eso revela lo que trae en la mente el líder panista. Su candidatura presidencial.
Josefina se enteró de esa conferencia de prensa cuando se estaba dando.
Los gobernadores panistas no la apoyaron. Fue pura saliva, o ni saliva. Y eso es producto de que el dirigente nacional quiere para sí la candidatura presidencial. Nadie se la iba a regalar. El resultado del domingo no pudo ser peor para el PAN. No levantaron un solo voto de la inconformidad hacia el PRI en el Estado de México, a pesar de su campaña de furibundo antipriismo.
El PRI perdió más de un millón de votos en el Edomex. Ninguno fue para el PAN. Ninguno.
No fueron capaces de aliarse con el PRD para ganar, o al menos estar en la contienda por el primer lugar.
La dirigencia nacional de ese partido careció de capacidad para poner ordenen en los grupos panistas locales y los dejó hacer.
No concretaron alianza, pero sí anunciaron una para 2018… antes de la elección en que iban divididos.
Cuidaron más las futuras alianzas personales de Anaya que la contienda en el Estado de México, donde era vital mostrar músculo.
Margarita Zavala, a quien nadie puede acusar de no ser panista de cepa, lo dijo con claridad ayer en la mañana: “No son buenos resultados para el PAN. Hubo muchos desajustes, mucha distracción, mucha frivolidad, un personalismo atroz que nos tiene en estas derrotas: un personalismo atroz de Ricardo Anaya”.
También hizo referencia a ese anticlimático anuncio de un pacto para 2018 con la dirigente del PRD –quien no había consultado con nadie de su partido–: “Cuando estaba cayéndose el Estado de México, él (Anaya) estaba anunciado una alianza para el 2018, y no sabemos si era el convocante de la alianza, el convocante del frente opositor, el jefe del PAN o el candidato a la Presidencia de la República”.
Un panista que le ha entregado buenas cuentas a su partido, Rafael Moreno Valle, dijo que “el Estado de México es el ejemplo de lo que no se debe hacer. Si se hubieran hecho alianzas estaríamos festejando una victoria y no lamentando esta derrota”.
Pero no fue sólo en el Estado de México el fracaso el PAN. La incertidumbre en Coahuila, donde falta el 30 por ciento de las casillas por computar (¿?) es imperdonable.
¿Cómo no pudieron ganarle por nocaut a Moreira, después de todo lo que se ha documentado en los medios de comunicación?
Tampoco llevaron alianzas, es cierto, pero ahí Acción Nacional debió arrasar.
El PAN le ha ganado a caciques mucho más poderosos en su historia, por tanto no es argumento ese de “la maquinaria” del gobierno local.
Rubén Moreira no es Humberto Moreira, es verdad, pues la inseguridad que se vivía en Coahuila con el primer Moreira bajó drásticamente en el mandato del actual gobernador.
Pero el PAN debió barrer en Coahuila con mayor facilidad con la que el año pasado triunfó en Chihuahua o Tamaulipas.
Hace un año el PAN emergió con la opción indiscutible para hacer frente al candidato populista que va arriba en la mayoría de las encuestas para la Presidencia.
El domingo eso fue puesto en duda. Los intereses personales y el horizonte de victoria marearon a sus dirigentes.