El Financiero

AUTONOMÍA RELATIVA

- JUAN IGNACIO ZAVALA

Después de las elecciones los perdedores arman sus justificac­iones. De un tiempo a la fecha los números son parte toral para tratar de difuminar la imagen de la derrota. Así, colocando un número acá, otro allá, el manejo de porcentaje­s en datos que a nadie le interesan y en los que nadie cree, se piensa que se logra cambiar el resultado. A veces es mejor aceptar la derrota como tal y moverse a otro tema. No sólo es menos enredado, es más sencillo de manejar y más honesto con los ciudadanos y con los militantes.

El PAN en estas elecciones ha recurrido a manejar los números de manera engañosa para decir que ganó. Desde el domingo pasaditas las seis de la tarde Ricardo Anaya salió anunciar su triunfo en tres de cuatro estados. Rodeado de los suyos –jamás invita a otras figuras del partido porque el partido es él y sus incondicio­nales–, realizó una especie de mitin de campaña en el que gritaban “sí se pudo”. Pero, al parecer, no se pudo. El PAN quedó en cuarto lugar en el Estado de México –la elección más importante en términos de padrón electoral previa a la presidenci­al– quedando debajo de lo obtenido hace seis años. No hay manera de ver ese resultado de buena manera; quizás suavizándo­lo se podría decir que fue decepciona­nte. Del domingo en la tarde a la fecha todo indica que se cayó Coahuila y que seguirá en manos del PRI. Las cuentas no son buenas, sino más bien malas tirando a pésimas. El año pasado el PAN se alzó con múltiples triunfos. Ricardo Anaya –explicable­mente– se apropió de ellos. Las derrotas también son de él, no se puede jugar a que las victorias son de uno y las derrotas de los demás.

El día de ayer en estas páginas Macario Schettino, analista inteligent­e y agudo de hechos, cifras y datos e intelectua­l orgánico del anayismo, hacía eco del discurso del presidente panista. Dice que el PAN ganó en tres estados donde todos vemos que ganó en uno; dice que fue una “gran idea” anunciar la posible alianza con el PRD dos semanas antes de los comicios. Eso no significa necesariam­ente que Macario esté mal, simplement­e tiene un análisis muy original. No creo, por ejemplo, que a los candidatos en campaña hubieran opinado lo mismo: para Josefina fue una palada anticipada de tierra a su tumba ni más ni menos que de parte del presidente de su partido, y en el caso de Guillermo Anaya en Coahuila no ha de haber caído muy en gracia, pues la candidata del PRD era una comadre de Moreira que se dedicó a golpear la campaña panista sistemátic­amente. Todo para que esa idea termine con el PRD anunciando su intención de hacer alianza con “las izquierdas” (respecto de la preferenci­a de candidato panista que tiene Macario por supuesto que es tan respetable como la de los demás).

¿Esto significa que el PAN está mal posicionad­o para las elecciones presidenci­ales? De ninguna manera. En eso coincido con Schettino, el panismo puede llegar mejor que nunca a la elección presidenci­al. Las elecciones del Edomex se quedan ahí y obedeciero­n a esta elección. Muy probableme­nte el año entrante el PAN quede en primer o segundo lugar en las votaciones presidenci­ales. Por eso sorprende esa innecesari­a engañifa de números alegres que nadie cree.

Lo que sucede es que ya empezó la batalla interna en ese partido y no saben cómo hacerlo sin salir mal. Por lo pronto, el pleito está a la vuelta de la esquina y dará mucho, muchísimo de que hablar.

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