Una especie de déjà vu
En alemán existe el concepto del doppelgänger, que estipula que cada persona tiene un doble. Esta expresión tiene un tinte literario y paranormal porque se trata generalmente de un doble malvado o de la sombra de la persona replicada. Bajo esta premisa de repetición, Ariel Schlesinger (Jerusalén, 1980) montó en la Sala de Arte Público Siqueiros -más conocida como la SAPS- la exposición Las estructuras son in
conscientes, en la que nos muestra un cuerpo de obra que remite a la de otros artistas. La primera vez que oí hablar del término fue a partir de la pieza homónima de Francis Alÿs, artista belga establecido en México que en sus viajes por el mundo retrataba a gente que de alguna manera se le pareciera, aunque la maniobra se encaminaba a ser una analogía de la búsqueda de sí mismo que supone toda creación artística.
Bajo la misma premisa, sobre la banqueta frente a la sala se divisa, a varias cuadras de distancia, una inconfundible motoneta Schwalbe amarilla. Se trata de una colaboración entre Schlesinger y Jonathan Monk (Leicester, Reino Unido, 1969) que intitularon Pedazos y piezas ensambladas para mostrar la apariencia de un todo (dos veces G.O.). Para esta obra, Monk -quien vive en Berlín- y Schlesinger -quien vive en la Ciudad de México- retomaron una obra seminal que realizó Gabriel Orozco
en 1995 mientras se encontraba en residencia en Berlín, Until You Find Another Yellow Schwalbe (Hasta que encuentres otra Schwalbe amarilla).
La motoneta, objeto icónico de Alemania Oriental durante la era comunista, que se volvió muy codiciada después de la caída del muro, fue utilizada por Orozco durante su residencia para hacer una acción poética que consistía en encontrar otra motocicleta amarilla como la suya, estacionarlas juntas y tomarles una fotografía. Para el
remake de esta acción, que exploraba las nociones de azar y de búsqueda de uno mismo (otra especie de doppelgänger), Schlesinger y Monk sustituyeron el doble
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de la motocicleta amarilla por su imagen, poniendo un espejo frente al vidrio de la puerta de entrada, en el que la moto se reflejaba. La pieza, además, retoma el título de una obra del artista estadounidense Lawrence Weiner.
En el cubo de la sala, Schlesinger montó Sin título (Máquina de burbujas) que consiste en una instalación hecha a partir de tanques de gas (objeto recurrente en la práctica del artista) con un dispositivo que crea pompas de jabón rellenas de gas que, al caer sobre una resistencia eléctrica, explotan. Esta pieza inevitablemente remite a la obra de dos grandes artistas mujeres que se hicieron famosas en los 90: En el aire, de Teresa Margolles, acción que consistía en llenar el espacio de un recinto de arte con burbujas hechas a partir del agua que se utilizó para limpiar cadáveres, y Subtly Threatening, de la libanesa Mona Hatoum, en la cual alambres separan al público de un espacio repleto de objetos cotidianos, conectados por una serie de focos de alto voltaje.
Esta exposición me recordó un comentario de Pedro Reyes, quien alguna vez me dijo: “Hacer arte en referencia a otros artistas es como ser artista a pie de página”. Sin embargo, no se trata de un chiste local entre artistas sobre estimulados. La recuperación que hace el artista de una obra seminal establece la premisa de que el arte se inspira en el arte, que la creación artística es como una cadena en espiral en la que cada artista es un eslabón que crea otro, y así infinitamente. Schlesinger utiliza una gama enorme de materiales, explora sus posibilidades y en esa reflexión borra las distancias geográficas, aunque hace pequeños replanteamientos según contextos culturales e ideológicos –sobre variaciones dependiendo si se es israelí, libanés o palestino, por ejemplo– que al final quedan integrados y enriquecen la obra de la misma manera.
La noción constante de peligro planteada por el artista, entrelazada con elementos domésticos como focos, estufas o refrigeradores, también nos advierte acerca de una inestabilidad mundial, de una violencia y una desesperanza generalizada que se manifiesta de muchas maneras, en atentados suicidas en Londres, en una paranoia diaria en Israel ante la posibilidad de un ataque, en la salida de Estados Unidos del acuerdo de París, o en el secuestro de nuestra democracia que ejemplarizó este domingo el Estado de México en una especie de déjà vu de 2006 ó 2012. En fin, así sumergidos en este sueño kafkiano e inescapable el estado de nuestros hogares y del mundo globalizado en el que vivimos.