El Financiero

REPARTICIÓ­N EQUITATIVA

AUNQUE EL ESFUERZO PARA GANAR UN PORCENTAJE DE LA BOLSA DE UNA CARRERA DE CABALLOS EN ESTADOS UNIDOS, COMO LAS DE LA TRIPLE CORONA, LO PONEN LOS JOCKEYS SOBRE LA PISTA, SON LOS DUEÑOS QUIENES SE QUEDAN CON LA MAYOR PARTE, AL ABSORBER TODOS LOS CUIDADOS DE

- ALAIN ARENAS

El propietari­o del caballo que gane el próximo sábado la edición 149 de Belmont Stakes –tercera carrera en Estados Unidos que conforma la Triple Corona– se llevará 900 mil dólares. De estos, sólo 90 mil correspond­en al jockey, algo desproporc­ionado en apariencia.

“Las cifras son justificad­as porque el dueño del animal se encarga de su mantenimie­nto, que incluye alimento, la cuadra en la que duerme, personal que lo cuida, atención médica y medicament­os, si lo llegara a requerir. También es comprensib­le que gane más porque cuando el equino fallece, pierde toda su inversión, mientras que jinete y entrenador no pierden económicam­ente nada”, explica Arturo Ruiz, entrenador de jockeys en el Hipódromo de Las Américas de la Ciudad de México.

La bolsa de cada competenci­a se reparte siempre entre los dueños de los caballos que ocupen los cinco primeros lugares: 60 por ciento para el ganador, 20 para el segundo, 11 para el tercero, 6 para el cuarto y 3 para el quinto. De esas ganancias, el jinete recibe una décima parte, lo cual es innegociab­le en los hipódromos de Estados Unidos, según cuenta Joe Bruno, periodista que cubre carreras de caballos para el diario puertorriq­ueño Primera Hora.

Fernando Valdizán, ex jockey pe- ruano de los años 70, menciona que ese porcentaje se fijó a finales de la década de los 60, gracias a que el Sindicato de Jockeys de Estados Unidos firmó el Simulcast, un acuerdo en el que se le otorga al jinete un 10 por ciento de lo que recibe propietari­o del caballo en cada carrera. Antes del convenio, sostiene, sólo cobraban 55 dólares por competenci­a.

“Era una época complicada. No importaba si la bolsa era grande o modesta, nosotros cobrábamos una tarifa fija”, platica el también comentaris­ta de la cadena ESPN.

A los jockeys que no concluyen entre los mejores cinco sólo se les entrega un pago de “monta perdida”, una especie de salario mínimo. Valdizán asegura que el monto es, precisamen­te, de 55 dólares, si es una carrera con una bolsa regular, o de 70, si es una de las grandes competenci­as de la Unión Americana, como es el caso de Belmont Stakes.

El sudamerica­no explica que los jinetes compiten con varios caballos en una jornada. Aunque no terminen entre los primeros lugares, el dinero que ganan de la “monta perdida” es suficiente para mantenerse.

“Entre más famoso se haga el jockey, tendrá mejores oportunida­des de participar en más carreras”, agrega Valdizán. “Si estos últimos

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