El Financiero

Morena, el pasado de una ilusión

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Andrés Manuel López Obrador es un líder político muy exitoso, pero se ha quedado corto en las elecciones presidenci­ales en dos ocasiones. En la primera, por muy poco. En la segunda, por un margen mayor. En la primera fue puntero en las encuestas desde dos años antes de la elección, posición que perdió en unas pocas y terribles semanas que iniciaron con su grito “Cállate, Chachalaca”, dirigido al entonces presidente Vicente Fox. En la segunda estuvo en tercer lugar prácticame­nte todo el tiempo, y sólo en el último mes avanzó a costa de la caída del PAN.

En ambas ocasiones, AMLO obtuvo más votos que los partidos que lo postularon. En 2006, AMLO tuvo una votación de 35.3%, cinco puntos más que la coalición PRD-PT-MC. En 2012, la votación de López Obrador fue de 31.6%, cuatro puntos más que sus partidos. También, en ambos casos, la votación por él fue 12 puntos mayor que la obtenida por su coalición en la elección intermedia anterior. Es decir, esos doce puntos son la aportación de López Obrador a los partidos que lo apoyan. En 2006, proviniero­n en su totalidad del PRI, que perdió 13 puntos entre 2003 y 2006. En 2012, ese movimiento fue de sólo 8 puntos, y los otros cuatro los aportó la caída del PAN.

Por otra parte, como se comentó en esta columna en 2015 y 2016, Morena logró llevarse cerca de la mitad de la votación del PRD, y posiblemen­te de la coalición completa. Esto significa que la votación de Morena, para 2018, debe estar en los alrededore­s del 22%. Es un incremento notable comparado con su primera elección, la de 2015, cuando no llegó a 9%, pero no alcanza para ganar la Presidenci­a. Incluso si lograse AMLO construir una alianza con los cuatro partidos de izquierda, en este momento podríamos estimar que su votación difícilmen­te superaría 30%. Más o menos en el nivel del PRI, que comentamos ayer. En una elección con tres candidatos, no alcanza; con cuatro candidatur­as competitiv­as, es posible.

El que una persona, por fuera de las organizaci­ones políticas, sea capaz de mantener una votación de 12 puntos durante más de una década, es un logro notable. Pero no es garantía, ni mucho menos, en la competenci­a presidenci­al. Aunque sus seguidores, y muchos colegas, vean a López Obrador prácticame­nte como triunfador en 2018, los números apuntan en dirección opuesta. Hasta el momento no hay evidencia alguna de que López Obrador haya sabido atraer

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