Aumenta la evidencia
El jueves pasado, además de la declaración jurada de Comey en el asunto Trump-rusia, que atrajo mucha atención, hubo elecciones en Reino Unido. La primera ministra Teresa May convocó a estos comicios para incrementar su ventaja en el Parlamento y con ello tener más fuerza en las negociaciones para la salida de la Unión Europea. No le salió, y por poco pierde la primera minoría. Todavía puede mantener su puesto si logra una alianza con el Partido Democrático Unionista, de Irlanda del Norte. Ya veremos.
Lo que me parece interesante es verificar las hipótesis que le propuse el año pasado acerca de la división que hoy se vive en el mundo desarrollado. Aunque muchos siguen insistiendo que el Brexit y el voto por Trump son resultado de una mayor desigualdad económica, me parece que no es así. La razón por la cual están votando de esa manera resulta de la angustia que sufren muchos porque el mundo que conocieron desaparece. No son los más pobres los que votan así, sino que son los mayores de 40 años, con pocos estudios, que viven en ciudades pequeñas o pueblos, y que son más religiosos. Contra Trump y el Brexit votan, en cambio, los jóvenes menores de 40 años, que viven en grandes ciudades y tienen educación superior. Éste no es un corte por clase social o por desigualdad.
De acuerdo con un reportaje publicado el viernes en el FT, la votación del jueves muestra lo siguiente: el voto por los Conservadores crece conforme los distritos tienen un mayor número de personas con problemas de salud, que por su parte tiene una gran correlación con desempleo o empleo que requiere pocas habilidades. De hecho, el FT dice que el voto de los Conservadores puede entenderse mejor como un voto identitario.
Segundo, mayor nivel educativo implica más votos para Laboristas, incluso calificando por edad. Además, la edad es precisamente el gran separador en el voto: quienes tienen más de 45 años votan por los Conservadores, mientras que los menores de esa edad votan por Laboristas. En los extremos, entre los mayores de 65 años los Conservadores ganan por 30 puntos, mientras que entre los muy jóvenes, 18-24 años, ganan los Laboristas por 50 puntos.
Y por si hubiese duda, el FT insiste en que el papel de la clase social es cada vez menos importante: las personas de mayores ingresos y habilidades (ABC1, que es como ABC+ acá) son cada vez más Laboristas, mientras que los trabajadores con menos habilidades (C2) dejan de serlo y votan más por los Conservadores. Todavía lejos, pero también con esa dinámica, los grupos más desfavorecidos (DE).
Hace un mes, el 9 de mayo, el FT publicaba el mismo tipo de análisis para la elección francesa. La conclusión era que los votantes con menor nivel educativo y menos habilidades votaron por Le Pen. La correlación con el ingreso es altísima, como podrá imaginar. En Francia el corte de edad no ocurre igual que en los países anglosajones, pero esto parece ser resultado de la segunda vuelta. En la primera, el corte por edad indicaba que los más jóvenes preferían los extremos (Melenchon 30%, Le Pen 21% frente a 18% Macron y 9% Fillon), mientras que los mayores de 70 votaban al revés (Mélenchon 9, Le Pen 10, contra Macron 27 y Fillon 45). Y parte de los votantes de Mélenchon se sumaron a Le Pen.
Hoy hay dos grandes grupos en el mundo desarrollado: jóvenes urbanos con estudios y poca religión frente a mayores con pocos estudios y más religiosos, que viven en pequeñas ciudades y pueblos. No sé si quieran llamarles clases sociales, aunque eso son. Una vez más: ya no hay izquierda y derecha. Profesor de la Escuela de Gobierno,
Tec de Monterrey
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