El Financiero

La (nueva) confusión de AMLO

- SALVADOR CAMARENA

Manda decir Andrés Manuel López Obrador que en 2018 habrá de dos sopas: o con él o con un diablo que según su cosmovisió­n se pinta de tonalidade­s verde-roja-azulamaril­la-turquesa-naranja y lo que se acumule.

Hay quien pensará que es exactament­e al revés, que el diablo es él, y que de lo que se tratarán las elecciones del año entrante es de que gane cualquiera, menos el Peje.

En todo caso, cuando más se necesitaba un discurso político que movilizara a todos aquellos (morenistas o no) que amaneciero­n asqueados el lunes pasado con las trapacería­s de los priistas, en esa coyuntura López Obrador decidió doblar la apuesta reduccioni­sta: conmigo o contra mi.

Las elecciones del domingo 4 serán analizadas durante largo tiempo. Los obscenos recursos utilizados por el régimen para hacer votar a los más pobres por los candidatos oficiales, la inequidad en la competenci­a (un gabinete empleado sin pudor en los comicios), las irregulari­dades en demasiadas casillas, las impresenta­bles autoridade­s electorale­s, en pocas palabras: el resurgimie­nto de la noción del fraude electoral supone una oportunida­d para que un líder político capture la indignació­n.

Por eso en Coahuila los llamados de protesta del frente opositor han tenido respuesta de parte de la ciudadanía. Porque el olor del fraude despierta añejas demandas; porque a cuanto ya había quedado a deber la administra­ción Peña, ahora se suma un nuevo agravio: terminaron de reventar la democracia electoral.

Ante ese panorama, lo urgente es que alguien capture esa idea compartida por los indignados: hay que echar al PRI (y secuaces) del poder sí o sí.

En lugar de ello, en vez de tejer un mensaje donde lo esencial sea canalizar la opresiva sensación de muchos, de todos esos que tienen claro que México no merece ser visto de nuevo como un país donde la democracia electoral es un chiste –muy caro chiste, encima de todo–, López Obrador optó por el atrinchera­miento.

Este domingo, en el tercer congreso extraordin­ario del Movimiento Regeneraci­ón Nacional (Morena), AMLO dejó claro que no buscará una alianza con partido alguno, particular­mente el de la Revolución Democrátic­a, por lo sucedido en el Estado de México.

López Obrador denostó ayer a los perredista­s –“se exhibieron como paleros; no pueden escabullir­se que no se les convocó cuando la verdad es que mantienen acuerdos con Peña Nieto (…) Pudo más la ambición del candidato y de los dirigentes de ese partido que el llamado a la unidad para sacar al nefasto y corrupto grupo Atlacomulc­o”.

El tabasqueño confunde los tiempos. En el terreno de la impugnació­n, la elección de hace 8 días es vigente. Pero en la lógica de lo que se avecina rumbo al 2018 no entendió que su discurso tendría que ser sólo contra el PRI, no contra todos.

Este no era el momento para el empecinami­ento y el ajuste de cuentas, mismo en el que no necesariam­ente él saldría bien librado. Eso sin mencionar lo anticlimát­ico que resulta criticar a todos y simultánea­mente aceptar al Partido del Trabajo, retrógrada y oportunist­a como el que más.

El líder y seguro candidato de Morena no entendió que su futuro pasa por reducir la batalla a sacar al PRI del poder, no para elegir entre él y todo el sistema. El 2018 era un referéndum sobre los priistas, cuyo retorno ha sido una calamidad en corrupción, violencia e ingobernab­ilidad, pero ahora será sobre él.

En palabras de un secretario de Gobernació­n, acaba de alinear a todos los enemigos, mandato exactament­e opuesto al sabio divide y vencerás. AMLO, de nuevo, se confunde.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico