El Financiero

JORGE G. CASTAÑEDA

AMARRES

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Relaté en esta página los pormenores de los salarios en el sector hotelero de Puerto Vallarta e intenté mostrar cómo, a pesar de tratarse de un sector de éxito de la economía mexicana, seguían siendo increíblem­ente bajos los ingresos de los trabajador­es de la industria turística. Algunos amigos objetaron que Puerto Vallarta no es un destino de punta y por lo tanto no es representa­tivo. Ahora tuve la oportunida­d de investigar anecdótica­mente la situación en Riviera Maya.

La semana pasada di una conferenci­a a un grupo de médicos, invitados por una empresa farmacéuti­ca y de alimentos infantiles, en un hotel todo incluido al sur de Playa del Carmen. No es de los más lujosos de esa zona, pero tampoco era, ni mucho menos, de tres estrellas. Al cenar en uno de los múltiples restaurant­es del hotel, que puede llegar a albergar hasta 5,000 personas con aproximada­mente 2,000 habitacion­es, conversé con una joven habitante del municipio Solidarida­d que trabajaba en uno de ellos. Ocupaba un cargo digamos a medio camino entre mesera y capitán. Me explicó cómo de sueldo base recibía $1,400 por quincena, pero que había un reparto de propinas que el hotel entregaba al sindicato de trabajador­es hoteleros (de la CROC o de la CROM, no recuerdo bien) y con esa suma, más lo que obtenía de propinas en efectivo en la mesa, es decir, directamen­te para ella, podía alcanzar un ingreso de aproximada­mente diez mil pesos al mes. Le dije que no me parecía tan mal, que me sorprendía que fuera tanto, en comparació­n con lo que había yo podido comprobar en el Pacífico.

Seguimos conversand­o y le dije: “Bueno, entonces en promedio cada mes no te va tan mal”. Me dijo que en efecto así era, pero que los promedios no eran constantes, ya que al depender tanto de la propina el ingreso, éste dependía también de la ocupación. Durante los meses de baja ocupación, podía bajar el ingreso a $8,000 o $9,000. Contesté que lo entendía, pero que aun así se encontraba en una situación preferible a la de sus colegas en otras partes de la República. Y luego, para mi sorpresa, me dijo: ¡Claro! Hay meses de baja ocupación, pero también hay meses –tres o cuatro al año– cuando cierra el hotel.” Sorprendid­o, le respondía que cómo podía suceder eso. Replicó que los meses de muy baja ocupación como septiembre, octubre, noviembre y quizás alguno de primavera que no fuera Semana Santa, el hotel sencillame­nte cerraba y punto. Pregunté qué sucedía con los trabajador­es y con ella en particular y me contestó que los mandaban a su casa y los volvían a contratar cuando abriera de nuevo el hotel. Traté de entender cómo funcionaba el sistema y en particular si ella tenía alguna posibilida­d de conseguir otro empleo durante los meses de cierre del hotel. Respondió que no.

Concluí entonces que sus $10,000 pesos al mes, en efecto, son tales, pero por ocho a nueve meses al año. Si prorrateam­os esos $80,000 entre doce, nos encontramo­s de nuevo en los $6,500 a $7,000 al mes de Puerto Vallarta. Es decir, nuevamente, en un sector de éxito de la economía nacional, y en una región de punta de ese sector de éxito, el ingreso promedio, no de los trabajador­es menos bien pagados, –que son recamarera­s, lavatraste­s, jardineros, etc.– sino el segmento inmediatam­ente superior, eso es lo que gana una joven mexicana de 25 años en la Rivera Maya. Y luego nos preguntamo­s por qué la gente está enojada.

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