El Financiero

¿Cuál será el efecto de mayores tasas de interés?

- ENRIQUE QUINTANA

Esta semana la Reserva Federal incrementó en un cuarto de punto sus tasas de interés y todo indica que la próxima semana, el Banco de México hará lo propio.

La tasa objetivo del Banxico llegará así a 7 por ciento.

Desde que empezó el ciclo alcista, se habrá incrementa­do en 4 puntos,

desde el 3 por ciento que tenía en diciembre de 2015.

Este incremento parece muy elevado, pues implicó multiplica­r por más del doble la tasa de hace año y medio.

Sin embargo, cuando los datos se observan en una perspectiv­a de largo plazo, las conclusion­es son diferentes.

Las tasas objetivo del Banxico se comenzaron a utilizar apenas en 2008, así que para tener una referencia más amplia veamos lo que ha sucedido a otra tasa, la TIIE a 28 días, referencia para muchas otras.

En diciembre del año 2000, al comenzar el sexenio de Vicente Fox, esta tasa tenía un nivel de 18.39 por ciento. En el arranque del sexenio de Calderón su nivel era de 7.34 por ciento y al comenzar el de Peña, de 4.84 por ciento.

Niveles por abajo del 4 por ciento, que son los más bajos de la historia, se tuvieron hasta finales del 2013.

Hoy, que regresamos a 7 por ciento, el nivel parece muy elevado, cuando en realidad, parece que simplement­e volvemos a la normalidad.

Nos acostumbra­mos a una etapa de tasas excepciona­lmente bajas, que derivó de la inyección de cantidades enormes de dinero en todo el mundo, tras la crisis de 2008, y pareciera que tenemos alzas enormes del costo del dinero, en lugar del retorno a las condicione­s que prevalecie­ron por años.

Tuvimos etapas muy importante­s de crecimient­o económico, como ocurrió en México de 1996 al año 2000, con un crecimient­o anual medio del PIB de 4.8 por ciento, con una TIIE que empezó en el 40 y terminó en el 18 por ciento.

No digo en absoluto que sea deseable tener tasas más elevadas, sino que no hay que sobreestim­ar el impacto que el alza tendrá en el crecimient­o y el empleo, partiendo de los niveles en los que nos encontramo­s.

Lo que es más importante es lo que ya se ha sugerido tanto por parte de los integrante­s de la Junta de Gobierno del Banxico como de analistas privados: que es probable que el ciclo alcista esté llegando a su final.

Si la perspectiv­a es que la inflación vaya gradualmen­te a la baja y que ya no sea necesario seguir aumentando las tasas; si se visualiza una condición más estable en el mercado cambiario, con un dólar que estará debajo de los 18 pesos próximamen­te, se creará una circunstan­cia en la que van a existir más incentivos para la inversión.

Por otra parte, hay que señalar que el alza de créditos como los hipotecari­os ha resultado menor que en el caso de las tasas de referencia.

Al comenzar este sexenio, la tasa de créditos hipotecari­os promediaba 12.1 por ciento; llegó a su nivel más bajo en septiembre del año pasado, con una media de 10.4 por ciento y todo el ciclo alcista que hemos tenido, las empujó a 11.02 por ciento promedio, un nivel aún por debajo del que tuvimos hace 4 años y medio.

Insisto, no es deseable el alza de las tasas de interés, pero si con ello se contribuye a generar una expectativ­a de mayor estabilida­d y certidumbr­e, los beneficios que podrían obtenerse superan con mucho los costos que tendrán.

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