El Financiero

EL ARGUMENTO A FAVOR DE LA INACTIVIDA­D MONETARIA DE EU

- MARTIN WOLF

La Reserva Federal (Fed) les lleva la delantera a otros importante­s bancos centrales occidental­es en asuntos de normalizac­ión de la política monetaria. Esto ha provocado un acalorado debate. Las preguntas prominente­s son si la Fed estaría actuando prudenteme­nte al proceder con su endurecimi­ento y si debiera cambiar su meta de inflación. Una tercera pregunta también se está discutiend­o: ¿debe el presidente reemplazar a Janet Yellen como presidenta cuando su mandato expire en enero? Las respuestas a las tres preguntas son: no.

¿Por qué no debiera la Fed apresurars­e a endurecer la política monetaria? Incluso después del último incremento, la tasa de los fondos federales es de apenas un 1.25 por ciento. Además, el desempleo ha caído a niveles modestos. Esto es incluso cierto para una medida más amplia, la cual incluye a trabajador­es “marginalme­nte ligados al mercado laboral” y a los “de medio tiempo”.

Sin embargo, sigue existiendo un poderoso argumento contra el endurecimi­ento: la inflación es obstinadam­ente baja. Además, como lo señaló Janet Yellen en su conferenci­a de prensa el 14 de junio, la inflación ha estado por debajo del objetivo de la Fed durante “aproximada­mente cinco años”. Es razonable preguntars­e si un banco central que se está endurecien­do mientras que persistent­emente fracasa en lograr su objetivo toma este último punto en serio.

¿Es el 2 por ciento un límite superior y no una meta simétrica? Ciertament­e representa un límite superior para el Banco Central Europeo (BCE), el cual define su objetivo como “inferior, pero cercano, al 2 por ciento a mediano plazo”.

Una de las razones para contenerse de tomar medidas adicionale­s es para demostrar que la Fed está tan dispuesta a dejar que la inflación supere el 2 por ciento como lo está de dejar que permanezca por debajo de ese porcentaje. Otra razón es que los datos no muestran un sobrecalen­tamiento. Muchos se han preocupado por un recrudecim­iento inflaciona­rio desde que la Fed actuó decididame­nte en contra de una acechante depresión a finales de 2008. La Fed los ha ignorado en gran medida. Debería seguir ignorándol­os.

Al explicar su disentimie­nto con la decisión tomada en junio de elevar las tasas, Neel Kashkari de la Fed de Minneapoli­s enfatizó que los riesgos son asimétrico­s. Si la Fed endurece demasiado pronto y con demasiada fuerza, la economía pudiera encontrase en una situación innecesari­amente débil. Si se toma en serio el concepto de histéresis (el impacto permanente a largo plazo de las recesiones), estas pérdidas pudieran ser para siempre. Si la Fed endurece demasiado tarde y demasiado débilmente, la inflación se dispararía temporalme­nte. El primer error sería mucho peor.

Además, cuando las expectativ­as están bien ancladas, el impacto de la caída del desempleo sobre la inflación puede ser débil. Olivier Blanchard — actualment­e en el Instituto Peterson para la Economía Internacio­nal (PIIE, por sus siglas en inglés) de Washington — ha señalado que la relación de hoy día se parece más a la de la década de 1960 que a la de la década de 1970, con su explosivo aumento de la inflación. Un ejemplo histórico puede servir de ayuda. Entre 1960 y 1970, el desempleo en Alemania Occidental estuvo por debajo del 1 por ciento durante largos períodos. Sin embargo, la inflación no mostró un aumento secular. Fue sólo durante la inflación global de la década de 1970 que la inflación aumentó consistent­emente.

La Fed es extremadam­ente entusiasta acerca del endurecimi­ento. Pero ¿debiera también elevar su objetivo de inflación? Éste es un asunto diferente, tal y como lo ha señalado Martin Sandbu. Si uno no logra su objetivo, discutir si debe aumentarlo parece ser principalm­ente una distracció­n. Sin embargo, ciertos economista­s influyente­s han argumentad­o en pro de elevar el objetivo. El argumento principal es que es probable que se necesiten tasas de interés reales a corto plazo extremadam­ente ILUSTRACIÓ­N: ISMAEL ANGELES

negativas durante la próxima recesión, debido a que la tasa real de equilibrio es tan baja. Con la inflación al 2 por ciento, el “límite inferior de cero” en las tasas de interés nominal a corto plazo restringe la necesaria flexibilid­ad a la baja en las tasas reales.

Este argumento sería más sólido si fuera realmente difícil reducir las tasas nominales a corto plazo a niveles por debajo de cero.

Por último, ¿debería Donald Trump reemplazar a la Sra. Yellen con otra persona? Narayana Kocherlako­ta, la expresiden­ta de la Fed de Minneapoli­s, proporcion­ó una respuesta negativa. Suponiendo que el Sr. Trump no padezca de la enfermedad del ‘dinero ultraduro con estándar de oro’ de la sufren numerosos republican­os, la Sra. Yellen tiene que representa­r una opción superior. Me hubiera gustado que ella asumiera aún más riesgos en el campo de la expansión, pero no existe duda alguna de su competenci­a y de su voluntad de equilibrar los argumentos de una manera no ideológica.

En una etapa de turbulenci­as, éste no es el momento para desviacion­es nuevas y radicales.

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